

Roger Corman había adquirido los derechos de Planeta Burg, una elaborada y sofisticada película soviética de ciencia ficción; muy espectacular para la época, pero con un gran defecto: faltaban mujeres. Así que Corman trocea la cinta y aprovecha sus mejores escenas para hacer tres películas, una de las cuales se llamaría Viaje al planeta de las mujeres prehistóricas; el encargado de rodar las nuevas secuencias y unir los trozos fue un debutante Peter Bogdanovich.