Los muertos no mueren es una chorrada que si te tomas como tal puedes llegar a pasar un rato entretenido, pero no mucho más. Luces y sombras.
¿Qué es hype?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es hype? ¿Y tú me lo preguntas?
Hype… es… esto.
Es secuela, pero entrecomillada. La historia de ‘Train to Busan: Peninsula’ se desarrolla cuatro años después de la primera película, con otra historia y otros personajes, así que es, más bien, una historia dentro del mismo universo, que ocurre tiempo después de la primera.
Aún así… pintaza que tiene.
El doctor Stein, acompañado por su esposa, llega a un pequeño y aislado pueblo costero para incorporarse a su nuevo lugar de trabajo en la consulta médica de la población. Incomprensiblemente, los aldeanos se muestran huraños y huidizos, y por las noches realizan extrañas procesiones por la playa…
Una pareja de bellas modelos es enviada a alta mar, fingiendo una avería, como parte de la campaña de promoción de la capacidad de supervivencia de la lancha en la que viajan. Sin embargo, desaparecen al encontrarse con un extraño banco de niebla que rodea a un antiguo galeón…
En el pueblo de Bouzano se va a celebrar la fiesta anual que conmemora el antiguo juicio contra una secta de monjes guerreros, escindida de los caballeros templarios, que practicaban rituales satánicos. El tullido del pueblo, cansado de burlas y ataques, está preparando un ritual con el que pretende revivir a los muertos…
Betty se encuentra en la piscina de un hotel en Lisboa con una antigua compañera de internado, Virginia, la cual está acompañada por Roger. Éste propone que los tres pasen unos días en un parador de turismo, algo que despierta los celos de Virginia y acaba haciendo que decida saltar del tren en el que viajan al día siguiente hacia su destino. Caminando llega al desértico pueblo de Berzano, presidido por una abadía. Se acomoda entre las ruinas y se dispone a dormir, cuando empiezan a ocurrir cosas extrañas y terribles.
La Horda son 90 minutos de zombis a la francesa, pero esto no tiene por qué ser obligatoriamente malo.
Un grupo de adolescentes se encuentra en un reformatorio de baja seguridad situado en una isla. Una noche su vigilante desaparece, y aprovechan para acercarse a la ciudad donde descubren que se ha desatado el caos por culpa de una extraña enfermedad.
Suscripción gratuita, porque con Train to Busan voy a suscribir todas y cada una de las palabras que D.Ego aportó en su crítica hace un par de días, añadiendo un par de mierdas.
Seok-Woo es un ocupado gestor financiero que se ha divorciado recientemente. Aunque no tiene ganas de ver a su ex-mujer, ante la insistencia de su hija pequeña, que vive con él en Seul, ambos cogen el tren de alta velocidad hasta Busan para ir a visitarla como regalo de cumpleaños para la niña. El sencillo viaje se va a encontar con dificultades imprevistas.