Estamos a punto de terminar 2022 y empezar 2023, así que es un momento tan bueno como cualquier otro para hacer una selección completamente arbitraria y sin sentido de lo mejor y lo peor que he visto en la pasada década.
Morbius (2023), el vampiro viviente
«Morbius», a pesar de tener una estética visual atractiva y una historia simple pero interesante, acaba siendo una película tan descafeinada como la sangre artificial que consume el protagonista. No es el desastre épico que dicen muchos, pero tampoco destaca especialmente.