Para empezar, hay que aclarar que «Gatchaman» no es exactamente «Comando G»/»La Batalla de los Planetas»; esto fue un refrito realizado a partir de «Gatchaman», alterando la trama, los diálogos, añadiendo animación cutre y suavizando las partes chungas para las tiernas mentes occidentales. Hay miles centenas varias páginas en internete dedicadas al tema, y (hoy) no vamos a profundizar más en ello.

La película está al nivel de cualquier blockbuster de superhéroes actual (con todo lo bueno y lo malo que esto conlleva). Entretenida y simple, con un porrón de efectos especiales (más o menos) bien usados, y escenas de peleas bien coreografiadas y (más o menos) visibles. Ritmo y narración simple: presentación, nudo y desenlace; sin muchas sorpresas ni giros inesperados. De hecho, tiene cosas que se parecen sospechosamente a elementos de «Los Vengadores» de Disney (el ejército Galactor son malosos genéricos como los masillas o los chitauri, el villano se deja capturar como parte de su plan…). Y, por cierto, hay escena post-créditos que deja abierto el camino a una posible secuela.

También podemos ver diversos tópicos comunes a muchos animes: huérfanos, niños elegidos, uso de la tecnología de los invasores para organizar el contraataque. En algún momento no queda muy claro si estamos viendo «Gatchaman», «Los Caballeros del Zodíaco» o «Evangelion»…

No se explica demasiado bien ni el origen ni la motivación de los villanos, más allá de que «son un virus» que está en la Tierra desde el siglo XVI y XVII y que originó los mitos de vampiros, demonios y demás fauna (sigh). No queda nada claro cómo se transmite ni cuál es su relación o cómo interacciona con «la piedra» que da poderes a los protagonistas.

Con respecto al material original, se ha eliminado la relación de los protagonistas con diferentes pájaros, de los que tomaban apodos e influían en sus vestimentas. Tampoco hay ninguna escena de transformación tan típica del género sentai. Y Berg Kattse, el (sub)líder de Galactor, pasa de ser un mutante hermafrodita formado por la mezcla de dos personas a ser un no-se-sabe-muy-bien-qué que hereda su título de generación en generación como si fuera el temible Pirata Rogers.

Y, por supuesto, no podiamos terminar de otra forma…