Una pareja de campesinos encuentran a una niña diminuta dentro de una planta de bambú y deciden adoptarla como si fuera su hija. Convertida rápidamente en una hermosa mujer, es pretendida por muchos hombres, incluido el emperador.
El Cuento de la Princesa Kaguya es una adaptación libre de «El cortador de bambú», un cuento popular japonés anónimo del siglo IX. Se estrenó (en Japón) poco después de la despedida de Hayao Miyazaki y ha resultado ser (casi) la última película del Estudio Ghibli. Dirigida por el otro 50% del mismo, Isao Takahata, quizá no tan reconocido como Miyazaki, pero sin duda igual de importante.
A pesar de una engañosa apariencia sencilla en el tipo de animación, es apabullante el mimo y cuidado existente en cada fotograma, el uso del color, la iluminación, las sombras, y el sutil cambio en el estilo de trazado a la hora de reflejar sensaciones. Acompañado por la banda sonora de Jo Hisaishi, habitual en las producciones de Miyazaki, aunque esta es su primera colaboración con Takahata. La combinación de todo lo mencionado ofrece una potente experiencia visual, con una reflexión sobre el paso del tiempo, las responsabilidades, la aceptación de lo que somos y cómo podemos encajar con los demás y con lo que pretenden de nosotros.
Un canto a la vida, con todo lo bueno y lo malo que puede tener.
Es Ghibli, es Isao Takahata, y se puntúa con 11 sobre 10.