Sinopsis

En el siglo XXVIII, Valerian y Laureline son un equipo de agentes espaciales encargados de mantener el orden en todos los territorios humanos. Bajo la asignación del Ministro de Defensa, se embarcan en una misión hacia la estación espacial Alpha, una metrópolis en constante expansión, donde especies de todo el universo han convergido durante siglos para compartir conocimientos, inteligencia y culturas.

En dos palabras, especta-cular

Este fin de semana, el Cine-teatro Salesianos de Vigo, el mejor y más económico que tenemos en la ciudad, ha comenzado una nueva temporada de cine, que ya es la número 50. En esta ocasión nos ha ofrecido la última producción del, para mí, irregular Luc Besson, Valerian y la ciudad de los mil planetas, adaptación del tebeo francobelga creado en 1967 por Pierre Christin y Jean-Claude Mézières, con lo cual también celebra su 50 aniversario este año.

Tengo que empezar señalando que leí algunos albumes de Valerian hace muchos años, así que no puedo juzgar la película en base a su fidelidad como adaptación, ni si toma elementos de sus primeros tiempos o de épocas más recientes. Lo que sí es cierto es que la cinta se centra en los aspectos del protagonista como agente espacial, dejando supuestamente la vertiente temporal para posibles secuelas.

También hay que tener en cuenta que Valerian es una serie de tebeos que ha influido muchísimo en otras producciones de ciencia ficción, así que, evidentemente, su adaptación contiene muchos elementos que «ya hemos visto». Algo parecido a lo que le pasaba a John Carter.

Luc Besson es un director que casi siempre ofrece mucho pim pam pum envuelto con muy poco contenido. Eso le ha llevado a ser uno de los directores más aclamados de la industria francesa y a conseguir rodar un blockbuster que se puede medir en igualdad de condiciones (y presupuesto) con las superproducciones que vomita Hollywood, ya ganar. Valerian es una historia visualmente impactante, con un apoyo narrativo poco sólido y con un desarrollo de tramas que, en ocasiones, roza lo infantiloide, pero es muy entretenida y no llega a hacerse aburrida en ningún momento, a pesar de sus más de dos horas de duración.

Lo malo es que no hay química

Como punto muy negativo, la química entre los protagonistas es inexistente, llegando a alcanzar niveles bajo cero, por lo que casi podemos hablar de «anti-tensión sexual no resuelta», algo que resiente el resultado final porque nos están ofreciendo en todo momento que existe cierta complicidad entre ambos y no se llega a ver nada de eso ni siquiera cuando la relación entre ellos se vuelve más «cálida». Por otro lado, vemos entre el reparto a varios secundarios de lujo que, lamentablemente, se limitan a aparecer en breves cameos desaprovechados.

El prólogo, con la fundación de la estación Alfa, aderezado de fondo con el mítico «Space Oddity» de David Bowie es glorioso.