Stan & Ollie es una recreación libre de los últimos años de una de la mejores parejas de humoristas del séptimo arte, con un ligero matiz crepuscular, sin llegar a ser plenamente dramática o sombría, aunque el tono cómico general no evita que la lagrimilla asome en alguna que otra ocasión. Dirige Jon S. Baird y protagonizan de forma magistral Steve Coogan y John C. Reilly.
Stan y Ollie (conocidos en español como «El Gordo y El Flaco»), se embarcan en su gira de despedida ahora que su época dorada parece haber quedado anclada en el pasado. Con la ayuda de sus respectivas mujeres, Lucille e Ida, ambos logran conquistar al público de las salas de Reino Unido gracias a su peculiar manera de interpretar y de entender el mundo.
No estamos ante un biopic al uso, en el sentido de que no se trata de una saturación de datos biográficos, no incide demasiado en hechos personales y no profundiza en la época en la que se ambienta ni entra en polémicas sobre el trabajo con los grandes estudios y las injusticias de la fama (aunque lo menciona de pasada).
La narración es bastante plana y sin riesgos; hay algunos aspectos de la historia que no se dejan claros del todo. La película empieza a finales de los años 30, cuando la popularidad de la pareja empezaba a decaer. Se produce una ruptura entre ambos por problemas con el productor Hal Roach y se nos da a entender que no vuelven a trabajar juntos hasta principios de los 50, momento en el que se centra mayormente la cinta, durante una de las giras británicas de los cómicos en un intento por recuperar reconocimiento popular y llamar la atención de la industria para hacer una nueva película. Dicha ruptura no fue tan definitiva, pues volvieron a reunirse en diversos proyectos durante los años 40.
No obstante, como ya digo, la peli no pretende ser una biografía exhaustiva, sino que busca ofrecer un maravilloso retrato de las dos personas detrás de los personajes, tal como refleja el título original incidiendo en sus nombres de pila. Y, de paso, rinde un grandioso y merecidísimo homenaje hacia esos dos genios de la comedia.
No puedo terminar sin destacar las magníficas caracterizaciones de Steve Coogan y John C. Reilly interpretando a los dos protagonistas, no solo recreando su apariencia física, gracias a una soberbia labor de maquillaje y prótesis, sino también con gestos faciales, lenguaje corporal, miradas, movimientos… tal como se puede apreciar, por ejemplo, en la reconstrucción de algunos de los gags de Laurel & Hardy.