Sinopsis
Gwendolyn Sheperd y Gideon de Villiers continúan viajando por el tiempo y profundizando en su relación… ¿o es al revés?
Romance y taquiones
La última viajera del tiempo: Zafiro es la continuación de la adaptación de la saga escrita por Kerstin Gier. Supongo que se ha leído el post anterior o que ya se sabe de qué va la cosa porque voy a hacer referencia a hechos de esta segunda película asumiendo que se conoce el contexto. Una vez presentados ampliamente los personajes y sus circunstancias en la película precedente, esperaba que se empezasen a desarrollar algunos de los temas introducidos. Como mínimo, confiaba que el aspecto romántico se quedase en una tensión sexual no resuelta, que siempre da mucho juego, o al menos que no tirase directamente por un obvio «patito feo se queda con el príncipe encantado y deja a la guapita popular con un palmo de narices». No ha habido suerte.
Esto es una historia de amor para adolescentes. Y muy mal contada, además. Los protagonistas tienen una química tirando a negativa entre ellos, y no se presenta ningún motivo tangible por el que sus personajes se sientan atraidos el uno por el otro. De hecho, la mayor parte del tiempo se desprecian entre ellos, o desconfían de los motivos y/o la sinceridad del otro.
Entrelazado con toda la pastelada tenemos algún viaje por el tiempo, un poco de la conspiración de la logia del Conde de Saint Germain, la profecía del Rubí (la doceava y última viajera del tiempo) y una caza del tesoro a través de pistas dispersas por varias épocas que conducen a una revelación sorpresa presentada de la forma más anticlimática posible (aunque es cierto que casi se veía venir desde el prólogo de la primera película).
Por el camino nos quedamos con un montón de temas medianamente interesantes que apenas son presentados y no llegan a ningún lado. Como la Orden de Florencia, representantes de la fe religiosa que quieren acabar con los viajeros en el tiempo a los que ven como prácticantes de brujería, anteponiéndose a la Logia, que representaría el progreso y la razón.
Ah, y por alguna razón no explicada (como tantas otras cosas) ahora Gwendolyn puede ver a una gárgola fantasma invisible (ugh) que ejerce la función de mascota mona y alivio cómico…