Sinopsis de «El ataque del tiburón de tres cabezas»
Un tiburón mutante con 3 cabezas arrasa con todo lo que se cruza mientras va nadando por el mar… de vez en cuando se arrastra un poco por la orilla para tomar un tentempié. Y así.
El triple de mierda por el mismo precio
No vi la entrega precedente de El ataque del tiburón de tres cabezas, pero tenemos una reseña escrita por Roy Batty, y la verdad se me han quitado todas las ganas que pudiera tener de verla. Aunque casi he borrado de mi memoria muchas de las últimas producciones de Asylum (y las que no son de Asylum) sobre tiburones, creo que esta es una de las peores que he visto… hasta que llegue la siguiente, claro 😀
Empezamos con el ataque del escualo a una playa llena de adolescentes salidorros, donde se come a todos excepto al único que está bien dentro en el agua. Después pasamos a una estación científica submarina que estudia la isla de basura del Pacífico. Aquí nos presentan a los protagonistas en sí, entre los que hay un grupo de activistas pro-ecologismo que básicamente van vestidos con ropa saca de algún contenedor. El tiburón hace explotar la instalación y nos trasladamos a un crucero repleto de veinteañeros con las hormonas revueltas. Por en medio aparece Danny Trejo, que sale a pescar con un barco lleno de armas de fuego. Por algún motivo, volvemos a la playa del principio y como ya llevamos más 80 minutos de metraje, el tiburón se muere sin más.
Los efectos especiales no son demasiado malos, sobre todo los relativos a ver al bicho nadando bajo el agua con sus cabezas peleando unas contra las otras… aunque abusan un poco poniendo la misma secuencia una y otra vez. Lo de comerse a la gente ya canta más, y hay escenas malas y otras peores.
El nivel de actuación es de desgana y desinterés bajo cero. Destacables dos o tres momentos en los que el actor simplemente se mete en el agua para ver si se lo comen y puede dejar de salir en este bodrio. Especialmente reseñables dos escenas similares en las que dos personajes deciden sacrificarse para dar tiempo a que sus compañeros escapen, pero lo que consiguen es que estos se queden quietos mirando cómo mueren.