Sinopsis de Planetarium

Kate Barlow aparentemente tiene el don de comunicarse con los muertos; su hermana mayor Laura organiza sesiones de espiritismo en público y acompaña a Kate en el escenario durante las mismas. Durante una gira por Francia, el productor cinematográfico Andre Korben queda fascinado por una de sus actuaciones y se ofrece a ser protector y mecenas de las dos hermanas…

Mucho cuento en poco tiempo

Planetarium es una película ambientada en los años 30, bastante superficial y sin mucho contenido, a pesar de lo cual cumple bastante bien en mantener el interés durante sus 100 minutos sin llegar a hacerse pesada ni aburrida. Basada ligeramente en la vida del productor de cine Natan Tannenzaft que contribuyó a fundar la industria del cine de Francia, la cinta toca varios temas y desarrolla diversas subtramas sin llegar a profundizar realmente en ninguna de ellas.

Recapitulando, por un lado tenemos a dos hermanas, una de las cuales parece que se comunica con los muertos; por otro tenemos a un reconocido productor francés que las acoge con una o varias de las siguientes intenciones: hacer una película sobre ellas mismas y sus sesiones, capturar la imagen de un espíritu con las cámaras, convertir a Laura en una actriz famosa, rememorar algo perturbador de su pasado relacionado con alguien fallecido, averigüar cómo funciona el don de Kate. Todo ello (y algo más) combinado en un cóctel de fiestas, alcohol y cine dentro del cine que se diluye sin llegar a desarrollarse en nada sustancial.

En ningún momento llegamos conocer los intereses reales de los personajes, ni las relaciones exactas que se mantienen entre ellos o qué es lo que persiguen. A pesar de todo, nada de esto resiente demasiado el ritmo ni el interés por seguir la narración. Lo que sí resulta un pequeño defecto es que el contexto histórico (la Francia de finales de los años 30, en la época anterior al inicio de la Segunda Guerra Mundial) no esté bien expuesto, ya que es realmente importante sobre todo para el desenlace.

Es más, la película transmite una curiosa sensación onírica y fatalista que nos hace percibir que sucede algo extraño, pero no conseguimos identificar qué es exactamente, ni cuál o quién es el origen.