
Ang Lee (El banquete de boda, Comer, beber, amar, Sentido y sensibilidad), director de una filmografía tan ecléctica como fascinante, dirige una de sus obras más incisivas y melancólicas. Basada en la novela homónima de Rick Moody, la película es mucho más que un drama familiar; bajo la ominosa sombra de una naturaleza implacable, realiza una disección fascinante y sombría de la desintegración de los valores y las relaciones en la vida suburbana estadounidense de principios de los años 70. Protagonizan Kevin Kline (Chaplin, Dave, presidente por un día, French Kiss), Joan Allen (Nixon, Amor loco, El crisol), Sigourney Weaver (1492: La conquista del paraíso, La muerte y la doncella, Copycat), Christina Ricci (A vivir que son dos días, Amigas para siempre, Casper), Tobey Maguire (Anochecer rojo, Robo inocente, Desmontando a Harry) y Elijah Wood (El buen hijo, Las aventuras de Huckleberry Finn, Un muchacho llamado Norte).
Sinopsis de «La tormenta de hielo»
Noche de Acción de Gracias de 1973 en New Canaan, Connecticut. Los Hood y los Carver son dos familias que representan el arquetipo de la clase media alta americana, aparentemente exitosa pero internamente fracturada, y cuyos miembros navegan por sus propias formas de alienación en un paisaje de liberalismo sexual, cinismo adolescente y una profunda sensación de vacío existencial.

Un gélido retrato de la desintegración familiar en la América de los 70
Lo que distingue a La tormenta de hielo no es tanto su argumento, que podría parecer convencional, sino la atmósfera que Ang Lee construye con una maestría inigualable. El crudo invierno que congela el paisaje es un espejo de las relaciones interpersonales, igualmente heladas y a punto de romperse. El tono es sereno, gélido, casi clínico, haciendo que el inminente temporal de hielo, más que un mero elemento meteorológico funcione como una metáfora constante de la frialdad emocional y la fragilidad de las vidas de los personajes. Esa frialdad atmosférica sirve para explorar el vacío emocional, el desconcierto generacional y la hipocresía social en una comunidad aparentemente estable.

La narrativa está construida con gran sutileza. Hay múltiples capas temáticas (sexualidad adolescente, represión adulta, alienación) entretejidas con un ritmo pausado pero envolvente. La película no es complaciente, es introspectiva, crítica y, a veces, incómoda, pero también es profundamente humana. Es como abrir una ventana a un pasado que, aunque estilizado, resuena con verdades universales.

También es un brillante estudio de la época. La banda sonora, el vestuario, los peinados y la decoración de los hogares nos transportan directamente a los años 70, un periodo de transición social y cultural. La liberación sexual, el Watergate y la guerra de Vietnam son telones de fondo sutiles pero presentes que contribuyen al sentimiento generalizado de desasosiego y desilusión. La escena de la «fiesta de intercambio de llaves» es un clímax memorable y perturbador, que encapsula la desesperación de los adultos por encontrar alguna chispa en sus vidas vacías.

Trailer de «La tormenta de hielo»
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