Sinopsis
Siberia, año 1953, durante la dictadura de Stalin. Ilsa es la despiadada y pervertida comandante del «GULAG 14» donde los prisioneros reciben lavados de cerebro y son reeducados a favor de las ideas comunistas. Cuando cae el régimen de Stalin, Ilsa se ven forzada a huir a Canadá, donde monta una red de prostitución. Durante los Juegos Olímpicos de 1976, su camino se va a cruzar con el de uno de los entrenadores del equipo ruso, que resulta ser un antiguo prisionero del GULAG…
Sexo, poco sadismo y nada de rock’n’roll
Ilsa, la tigresa de Siberia es la tercera entrega «oficial» de las andanzas de Ilsa que, como ya señalamos anteriormente, no tienen nada que ver entre sí ni mantienen ningún tipo de continuidad, aparte de las poderosas razones aportadas por Dyanne Thorne. En esta ocasión hasta Don Edmonds cede la silla de director a Jean LaFleur.
En esta ocasión las torturas y el sadismo son aún más suaves que en las pelis previas, aunque hay algún castigo ingenioso, como la forma de combatir la fiebre o la limpieza de nieve de las cunetas; el sexo está más presente pero sigue siendo bastante light. Ilsa aprende de los errores de sus anteriores encarnaciones y para evitar ser manipulada a través del sexo procura estar bien servida al respecto. Por la noche, se reúne con sus oficiales (todos aguerridos machos soviéticos) y se montan fiestorras de vodka y kalinka, con una especie de free-for-all en el que los dos últimos en quedar en pie se dedican a satisfacer a su comandante. Y no de uno en uno, sino en plan bocadillo de chistorra, para rellenarle bien todos los orificios.
La película se divide en dos partes. Una primera, muy en la línea de las historias anteriores, con un tigre que se come a los presos políticos y un pequeño toque de ciencia-ficción sicodélica mediante el ordenador que controla la mente a través de imágenes subliminales y colores estroboscópicos. Después de poco más de 30 minutos pasando frío y miserias en el gulag de Siberia, llegan cambios políticos a la URSS, Stalin decide palmar, desmantelan el gulag y todos salen corriendo.
Dos por el precio de una
Pasan 23 años, ni Ilsa ni sus secuaces han envejecido nada (lo mismo han usado una máquina del tiempo soviética), y gracias en parte al invento de control mental han montado una red de prostitución en Canadá. Este segundo acto tiene un ambiente como de película de mafiosos/espías/acción pero muy, muy cutre y además ya se aleja completamente del rollo de tortura/sumisión/mutilación, que era lo que le daba calidad a las anteriores entregas.
Si no has visto ninguna de historias de Ilsa, creo que lo mejor sería que buscaras otra cosa. Si ya has visto las dos anteriores, una más no va a hacerte daño.
No sé si esto es un trailer oficial, pero es una genialidad genial.