Por norma general, cuando me enfrento a una adaptación de algo que he leído procuro mantener ambas versiones lo más separadas posibles, y busco que la adaptación tenga entidad propia y sea coherente con lo que está contando, al margen de lo que sea que cuente el material original.

Por ejemplo, en este caso me da igual que ignoren la parte de los hermanos de Ender que, a fin de cuentas, no tiene demasiada incidencia en la trama principal, y solo resulta curiosa porque anticipó (en 1985) el uso de las redes sociales en la creación de corrientes de opinión y la movilización de masas.

El problema es que el meollo de la historia está tan (mal) resumido, que no se entiende. Así, en el libro tenemos perfectamente definidas las reglas de los combates en gravedad cero y vemos como los instructores putean a Ender, alteran las reglas y lo machacan para ponerle las cosas cada vez más difíciles, al tiempo que nos explican las estrategias que él utiliza y por qué funcionan; en la película, hay dos combates, rápidos y mal contados; y aunque se hacen referencias en los diálogos a que ha habido combates anteriores, Ender nos parece un dejado, alguien al que todo le da igual, y que como es el elegido no tiene que demostrar nada. Y pasa lo mismo cuando el protagonista sube de nivel y juega en el simulador de batallas. Se le asigna un equipo de colegas porque sí, y con el que se encuentra a gusto porque sí, sin explicaciones y sin más.

Me gustaría saber si alguien que no ha leído el libro y sí haya visto la película, la ha encontrado confusa o si le ha parecido mínimamente entretenida.

Es una pena, porque a nivel visual «El juego de Ender» es perfecta. Asa Butterfield hace un buen papel protagonista; Harrison Ford está correcto; a Ben Kingsley le vuelve a tocar un personaje de relleno, su aportación es nula; Abigail Breslin brilla en su breve intervención. La presentación y el final de la película son correctos; el desarrollo, el viaje de un punto hasta el otro, falla miserablemente. Podrían haber hecho una estupenda miniserie, o incluso apuntarse a esa moda reciente de dividir las pelis en dos (o en tres ^_^).