Sinopsis de «El barón contra los demonios»
En el ocaso del siglo XXI, la organización EXORCIO DEUS MACHINE combate las fuerzas de Satán en una larga cruzada que ha devastado la Tierra. Uno de sus capitanes, llamado El Barón, y su fiel amigo Alexander realizan una peligrosa misión en territorio enemigo: deben rescatar a un grupo de compañeras que han sido secuestradas e inseminadas por la diabólica Bestia-Ragnarok, hijo de Satán, que ha de fecundar un hijo antes del próximo Solsticio de Invierno para evitar tener que devorarse a sí misma por su propia ansia fecundadora. Aliado con la bruja Doña Pervertvm, pretenden que su hijo sea el primero de una nueva y poderosa raza de demonios que les dé la victoria definitiva.
«Yo no soy el causante de toda esta pesadilla, soy quien debe ponerle fin.»
Hay unas pocas (pero muy pocas) películas que son tan atroces que se caen por la parte de abajo en cualquier ranking de gustos subjetivos universales y misteriosamente se sitúan en los primeros puestos. Se trata de una paradoja cuántica muy difícil de demostrar y de explicar. En serio. Sea como sea, El barón contra los demonios es, sin lugar a dudas, el ejemplo perfecto de ese tipo de películas.
Ricardo Ribelles realizó en 1996 un corto, Exorcio Deus Machine: La Misión, con los mismos actores en los mismos papeles protagonistas y que debía ser el episodio piloto de una serie que desarrollaría este universo. Evidentemente, en España es imposible poner en marcha un proyecto de esta envergadura; puede que fuera de España hubiera conseguido mayor apoyo y financiación, pero por el camino hubiera aniquilado el alma de la historia. Finalmente, Ribelles y unos amigos dirigieron todos sus esfuerzos hacia una película de escasos 90 minutos que condensa toda su labor creadora y que tardaron casi 10 años en completar, lo cual afecta inevitablemente a su montaje final.
Estamos ante un proyecto amateur español que parece una versión en imagen real de un anime pasado de rosca (muy pasado de rosca), con efectos especiales artesanales y caseros, mezclando ciencia-ficción, fantasía medieval-religiosa, acción épica y gore gamberro. Se nota en todo momento que apenas nos asomamos a parte de una historia pensada para ser desarrollada en una serie, con montones de personajes, asociaciones, razas, localizaciones, acontecimientos.
El personaje principal, con un uniforme de gomaespuma, es una combinación entre Dante (de Devil May Cry), Geralt de Rivia y algún que otro personaje de anime que no ubico. Forma parte de una organización inquisitorial paramilitar que se enfrenta a los demonios. Ambas partes tienen aliados, voluntarios y forzosos, como extraterrestres, criaturas creadas genéticamente, seudo-zombies (o vampiros, o lo que sea), y más, siempre hay más.
La estética general parece una pesadilla surgida de tomar ideas aleatorias de Luis Royo, Masamune Shirow y H. R. Giger, con unos efectos especiales a base de maquetas, marionetas y stop-motion. Hay monólogos grandilocuentes y recargados frente a réplicas que parecen escritas por un adolescente hasta el culo de porros y cervezas. Hay malos que no son tan malos (simplemente siguen su naturaleza) y buenos que son unos auténticos hijos de puta. Y seguro que hay mucho más que se quedó por el camino.
No hay presupuesto, no hay efectos especiales espectaculares, pero a cambio se nota, casi en cada fotograma, amor por el cine, la fantasía y la ficción, y una imaginación desbordada y sin control.