«Ciudad de Dios» (2002) – Un cuento de hadas brasileño…

ciudaddedios

TÍTULO ORIGINAL Cidade de Deus
AÑO 2002
NACIONALIDAD Brasil
DIRECTOR Fernando Meirelles, Kátia Lund
GUIÓN Braulio Mantovani sobre la novela de Paulo Lins
MÚSICA Antonio Pinto & Ed Cortes
FOTOGRAFÍA César Charlone
REPARTO Alexandre Rodrigues, Leandro Firmino, Phellipe Haagensen, Douglas Silva, Jonathan Haagensen, Matheus Nachtergaele, Seu Jorge, Jefechander Suplino, Alice Braga, Emerson Gomes, Luis Otávio, Babu Santana, Gero Camilo
SINOPSIS Basada en hechos reales, este es relato del incremento del crimen organizado en Cidade de Deus, un suburbio de Río de Janeiro, desde finales de los años sesenta hasta el comienzo de los ochenta, cuando el tráfico de drogas y la violencia impusieron su ley en las favelas.

Sí, la película es muy cruda, tiene alguna escena muy dura, trata muy de cerca y con veracidad el tema de la delincuencia juvenil (casi infantil…), la drogadicción, el narcotráfico, la corrupción policial… hay violencia y hay injusticia, pero en esencia la estructura formal del relato es la de un cuento de hadas: al final, al protagonista todo le sale bien; los personajes, hasta el más antipático o desagradable, tiene su punto agradable, cómico o carismático; incluso hay un momento hada madrina («Pero, ¿qué sitio mejor para que pasara un milagro que la ‘Ciudad de Dios’?»).

Conste que no lo digo por mal, la película es impresionante, tiene un ritmo trepidante y no decae en ningún momento, quizás es que me esperaba algo más duro y descarnado. Narrada en off por el protagonista, con una estructura no lineal, en base a la convergencia de las historias personales de los diferentes personajes, que encajan de forma milimétrica, sin que falte ni sobre nada, algo que no siempre consigue de forma tan magistral todo el que decide elegir este estilo narrativo. Son un poco más de dos horas que pasan volando, algo que tampoco es fácil de conseguir.

Y poco más tengo que decir. Es una de esas películas que te recomiendan por diferentes vías pero que por un motivo y otro vas dejando para otro momento, y cuando finalmente la ves te acabas preguntando por qué no lo hiciste antes.

«En Ciudad de Dios, si huyes te pillan y se te quedas quieto te comen.»

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