Sinopsis de «Arjun: The Warrior Prince»
La historia comienza con los cinco hermanos Pandava que, al quedarse huérfanos, tienen que ir a la corte de su tío, el Rey Dhritrashtra, que consiguió la corona, a pesar de no ser el heredero legítimo gracias a la bondad de su hermano, el padre de los tres huérfanos. Los hijos del Rey, los Kaurvas, y sobre todo Duryodhana, el heredero, temen que sus primos, los Pandavas, les arrebaten el trono. Basada libremente en la antigua epopeya hindú «Mahabhárata».
Todo por el trono
Arjun: The Warrior Prince es una película de animación producida por Disney a través de UTV Motion Pictures, una de las compañías más importantes de La India comprada por la multinacional del ratón en 2012, y es un claro ejemplo más de su malévola capacidad de injerencia en todo lo que toca, como queda demostrado en la falta de chistes tontos, las escenas sangrientas con mutilaciones y desmembramientos (son pocas pero contundentes), la aparición de personajes travestidos sin finalidad cómica o la falta de canciones (aunque sí hay coreografía de baile en combates y entrenamientos). Todo esto es sarcástico, por si no quedaba claro.
La calidad técnica es impecable, con una animación realizada mediante CGI camuflado como 2D, lo que permite unos movimientos de cámara realmente espectaculares. Aunque el usar imágenes reales en algunos fondos y paisajes queda un poco raruno.
La historia en sí está basada en el poema épico hindú Majabhárata y se hace un poco enrevesada de seguir, con un montón de personajes definidos y diferenciados que no llegan a tener peso real en la trama. La competencia por el trono es infantil: la familia gobernante tiene miedo de que sus primos reclamen el trono que les pertenece de forma legítima, y estos lo único que quieren es que les dejen en paz y dedicarse a sus labores.
Las conspiraciones y los roces son muy dispersos y la narración se hace pesada por momentos. Uno espera que todo desemboque en un enfrentamiento épico entre las dos familias que ponga fin de alguna forma a su rivalidad y cuando ese enfrentamiento llega, prácticamente al final, es de lo más absurdo que te puedas imaginar.