Sinopsis de «60 minutos para morir»
Seis amigos prueban su inteligencia en un cuarto de escape, pero el juego toma un giro oscuro y ahora tienen una hora para resolver los acertijos necesarios para lograr escapar de la habitación con vida.
Puede haber algún spoiler después del salto.
Muchos acertijos, pocas respuestas
60 minutos para morir es el título que le dieron en España a una de las dos películas llamadas Escape Room que se estrenaron en 2017. La verdad es que la que me llamaba la atención era la otra, pero que se le va a hacer, fallé el disparo XD
Con una trama demasiado inspirada en Saw (2004) y sus innumerables secuelas e imitadoras, no aporta nada nuevo en ese sentido aunque tampoco está mal del todo. Eso sí, es muy pausada y se toma su tiempo para hacer avanzar la historia. No es un festival de acción, sustos, sangre y vísceras desde el minuto 1. Empezamos de forma tranqui con la parejita protagonista conduciendo de camino hacia el restaurante donde van a celebrar el cumpleaños de él; a través de su conversación vamos descubriendo cosas de ellos y de su relación. Después, ya todos juntos, conocemos al resto del grupo y tenemos algún indicio sutil de cosillas que pasan entre ellos.
A continuación se van de camino a la atracción donde, tras un momento de confusión, son separados y empiezan a resolver los diferentes acertijos mientras se van reuniendo. Transcurre una hora de película cuando se produce la primera muerte y los personajes se dan cuenta de que las cosas no son tan inocuas como pensaban. La recta final ya es un desenfreno mientras van cayendo uno a uno.
Al final no sabemos (casi) nada del asesino, ni quién es ni por qué o cómo hace lo que hace, y si la cosa hubiera terminado ahí podría ser una peli regulera sin más. Sin embargo, hay un colofón de apenas 3 minutos que son suficientes para acabar de hundirlo todo y hacer que pases de pensar «pos mu bien, no es una genialidad pero me lo he pasado bien» a pensar «menuda porquería acabo de tragarme así a lo tonto»…
La atmósfera consigue transmitir una sensación creciente de tensión y angustia, que queda completamente estropeada con esos minutos finales. Además de tener uno de los desnudos femeninos más gratuitos e innecesarios que recuerdo.