Si bien hace poco os recomendaba The Boy, que es un poco cliché pero tiene cosas bien hecha y merece la pena descubrirlas por uno mismo, no puedo decir lo mismo con The Boy 2, o La maldición de Brahms, pues es un zurullo.
Si no has visto la primera, te recomiendo no seguir leyendo, y si has visto la segunda, estás a tiempo de seguir así.
Una joven familia se muda a una mansión sin ser conscientes de la aterradora historia que ha marcado su historial durante décadas. Allí, el miembro más joven de la familia hace un nuevo amigo: un muñeco con forma humana al que llama «Brahms».
A partir de aquí con Spoilers de la primera película
En el final de The Boy vemos cómo Lauren Cohan y el chico de los recados consiguen escapar como pueden y, dando por muerto a Brahms, abandonan la casa. Unos planos finales nos revelan que el Brahms debe estar imbuido por el espíritu de Michael Myers o Jason Voorhees, porque después de clavarle un par de veces en el pecho un destornillador de 30cm sigue vivito y coleando.
En fin, que se queda solo en la casa «arreglando el moñeco», que no es una metáfora de quedarse haciendo una paja, sino arreglando literalmente el muñeco con pegamento y tal. Bueno, seguro que pajas no hubo pocas, pero no es de lo que estamos hablando hoy aquí… aunque doy por hecho que en ese ático había estalactitas de lefa colgando del techo. Lefalactitas.
Y llegamos a 2020 y tienen que hacer una continuación, claro, porque si la primera era un aprobado raspadito, ahora tenemos que mejorarlo, verdad? pues no.
La primera película tenía un punto de originalidad, en que eliminaban todo componente sobrenatural al descubrir que el muñeco no estaba poseído, sino que lo manejaba el propio niño, que ya no lo era, y que vivía como una rata en un cuarto perdido de la mansión. En The Boy 2 han decidido darle un componente sobrenatural, y es algo que ni necesitaba, ni queda bien.
Para empezar, la primera parte no dejó ningún cabo suelto, y aunque tuviera un final muy continuable, no había mucho más que contar, por lo que no era necesario hacerlo.
Y para seguir, la familia se muda a la casa, y si has visto recientemente la primera parte, entiendes que vamos a ver una «repetición» de la historia… la gente se muda, alguien encuentra al moñeco y Brahms desde dentro de las paredes empieza a manipular cosas.
Esto último sería lo lógico y esperable, ¿verdad? Pues no, aquí William Brent (director de ambas) ha decidido innovar.
- La película ya no se sitúa en la mansión victoriana cojonuda en la que se desarrolló la primera parte, sino en «la casita de invitados». Esto es un malus, pero supongo que no había presupuesto para alquilar la casa guapa.
- El muñeco no estaba poseído, sino que era una herramienta de Brahms para asustar. Ahora está poseído, se mueve, habla y hace cosas.
- El muñeco estaba hecho mierda y pegado con loctite… ahora aparece enterrado y en perfecto estado.
La parte positiva es que durante The Boy 2 nos van lanzando guiños a los que vimos la primera parte, y los que no la vieron pueden rellenar los huecos de información faltante.
Quizá esto último sea lo único positivo, porque ni el reparto ni la historia en si son para tirar cohetes.
Pues nada, como dice la sinopsis, el evento traumático que pesa sobre la familia es un asalto a su piso por parte de un par de maleantes. Esto deja al chaval tan acojonado que desarrolla un miedo atroz y lo deja sin habla. La familia decide irse a «esta casa» para presionar el botón de reset.
En un paseo para conocer los alrededores el crío encuentra al moñeco de Brahms enterrado en medio del bosque, un poco sucio pero en perfecto estado, lo que ya choca con la última escena de la primera parte, en la que el muñeco estaba hecho trizas y lo estaban encolando. Siendo un muñeco de cerámica, sería imposible dejarlo como lo encuentran en esta segunda parte, aunque digan «parece que ya lo habían roto, y vuelto a unir».
Le pegan una lavada y lo dejan mejor que nuevo.
La madre, maliterpretada por Katie Holmes es la primera en notar cosas raras con el bicho y se empieza a contagiar al resto, hasta el punto que el crío recupera el habla, pero únicamente con Brahms… y aquí empiezan a pasar el resto de cosas.
A partir de aquí no voy a revelar nada más, porque entraríamos en spoilers innecesarios. Resumiré todo en que The Boy 2 no merece la pena, porque por si sola no funciona, y como secuela menos aún. Tiene tantos agujeros que no hay aquaplast suficiente en el mundo para arreglarlo.
Un punto muy positivo que tenía la primera parte era la fotografía, a manos de Daniel Pearl. En esta nueva entrega han tirado de Karl Walter, y el cambio ha sido a peor. Ahora estamos ante una estética telefilme que no ayuda a creer que estés ante una buena película.
Así que, si puedes evitar verla, hazlo, y si no puedes evitarlo, procura tener alcohol a mano.
Tráiler de The Boy 2 La maldición de Brahms
Disponible en Prime Video…
Un par de spoilers
En la segunda mitad de la película, el cazador de cuento, siempre escopeta en mano, dice que el Brahms humano murió «después de matar a una persona y casi matar a dos», lo que entendemos que es el final de la primera película. Dan a entender así que murió después de arreglar al moñeco a la perfección.
El cazador nos desvela también que el problema no era el Brahms humano, sino el muñeco, que lleva pasando generación tras generación y haciendo maldades a su paso. Explicaría esto la actitud/actuación el Brahms humano en la primera película y los eventos que vimos? No mucho.
Meter estos elementos sobrenaturales después de haberlos descartado en la primera película me parece un mal intento de estirar un chicle que nunca ha existido, y es normal que mucha gente piense que es una tomadura de pelo.
Y la mayor tomadura de pelo es el final final con el crío poniéndose la máscara del Brahms humano y «quedando poseído»… pero no quedamos hace un rato en que el malo era el muñeco? Ahora ya no? Lo dicho. Caca.