Red State nos presenta una historia interesante, donde un grupo de adolescentes atraídos por un anuncio que promete sexo en grupo con una mujer, caen en la trampa de un grupo de fanáticos religiosos dispuestos a erradicar con métodos extremos la libido de la juventud norteamericana.
Y la idea es buena, aunque cuando el director lo que intenta es posicionarnos del lado de los adolescentes, sobre su angustia por estar atrapados y la tensión generada por su inminente muerte, lo que consigue realmente, al menos conmigo, es posicionarme en su contra. No comulgo con los fanáticos religiosos, pero comulgo menos con los salidos que sólo buscan meterla en caliente, y eso es lo que son los protagonistas de Red State.
Y si lo que realmente buscaba Kevin Smith era posicionarnos de lado de los fanáticos religiosos, no tendría que haberle dado tanto bombo al líder y a sus sermones, y haber estado más presente con los chavales. Sea como fuere, puede ser algo subjetivo y que sea cada uno de los espectadores el que se posicione en cada bando.
La historia de Red State está inspirada en la figura real de Fred Phelps, líder de un grupo religioso extremista que se hacía llamar la Iglesia Bautista Westboro.
Con un discurso/sermón de más de 10 minutos, por parte del líder de la secta, sabemos de qué va el personaje y su secta: anti-libertad, homofobia… Donald Trump es como un niño de preescolar a su lado. Pero volviendo al tema posicionamiento, en una película de 90 minutos darle un discurso, monólogo, sermón, de más de 10 minutos a un personaje, es darle la totalidad del protagonismo, y aunque no estemos de acuerdo con sus actos, reconocemos que disfrutamos con lo que este ser inflige a los chavales.
Kevin Smith, como siempre, no se muerde la lengua a la hora de mostrarnos la podredumbre de la sociedad occidental contemporánea, tanto por la religión (el opio del pueblo) como por la juventud, que sólo piensa en una cosa.
Después de la intro de terror/suspense, Red State añade el género hunt-movie durante unos segundos, donde sí nos ponemos del lado de los chavales, pero aquí empieza lo mejor, entra la policía en juego y la historia religiosa se convierte en una ensalada de tiros digna del mejor Tarantino.
Sabemos que a los viejos maricas os gusta sodomizar a los espaldas mojadas en la ruta 9.
Rápidamente nos olvidamos de las diferencias iniciales sobre de qué lado posicionarnos. Ahora disfrutamos de los tiros igual que lo haría Albert Rivera o cualquier otro fan del género.
Y así tenemos una historia básica divida en 3 actos, cada uno de ellos protagonizado por un grupo de personajes. En el primer acto tenemos al grupo de chavales salidos, en el segundo a los fanáticos religiosos y en el tercero a las fuerzas de seguridad. Todos tienen su protagonismo y su ración de crítica por parte del director.
Como digo en el título, Red State es una buena idea, pero mal ejecutada. Nos deja a medio camino de muchas cosas, pero sin embargo consigue engancharnos y dejarnos buenos momentos, no para el recuerdo pero sí para el disfrute momentáneo.
Red State no pasará a estar entre las mejores películas de Smith, pero tampoco estará entre las peores. Si eres fan del director o de los tiros, te lo pasarás bien, pero aviso, no esperes una gran historia ni un gran desarrollo de los personajes.