Policías corruptos es un amago de thriller tranqui, sobre dos polis en horas bajas que abren los ojos ante la posibilidad de ganar una pasta gansa. Lejos de ser un peliculón, y a pesar de su minimalismo, no resulta aburrida en absoluto.
David Waters y Jim Stone son dos policías que descubren una caja fuerte secreta mientras colaboran con la unidad de pruebas del departamento de policía de Las Vegas. La codicia por hacerse con dicho contenido les llevará a corromperse… e incluso a luchar por sus vidas.
Digo que Policías corruptos es un amago de thriller porque no hay ninguna situación de suspense real (salvo un pequeño subidón al final) ni nada que te tenga con los nervios a flor de piel. Es todo muy tranqui, pero bien.
La química entre Nicolas Cage y Elijah Wood es magnífica, y cómo resuelven las situaciones de patanería llegan a ser francamente divertidas, en una película que a priori no debería serlo tanto. Es un contraste simpático, y estás esperando a que la caguen en cada momento, y cuando efectivamente la cagan te sorprendes soltando un «pero cómo la cagas así?», cuando realmente lo estabas esperando y deseando.
Los peores policías hacen los mejores delincuentes.
La producción es muy simple, muy pocas localizaciones y mucho set de rodaje. Minimizamos gasto y no reducimos credibilidad, ya que la película va de «hacer un butrón» y la luz del día brilla por su ausencia.
El tándem formado por los hermanos Alex Brewer y Benjamin Brewer consigue que Policías corruptos funcione como debe. Alex se estrena en el cine, y Benjamin firma su segunda película. Esta es la primera juntos. Funcionan como uno, no se notan personalidades diferentes y todo se mantiene en un tono oscuro con pinceladas de humor, y alguna de humor negro.
Os recomiendo ver esta película. Aunque le tengáis tirria a Nicolas Cage, realmente hace un trabajo cojonudo en esta peli y hace gala de esa vis cómica que tiene y a veces deja que se asome.