La herencia Valdemar 2: La sombra prohibida (2010) – esperar tanto para esto

Hace nada revisamos la primera parte de La herencia Valdemar, y hoy toca la segunda, subtitulada como La sombra prohibida, también de 2010.

La herencia Valdemar estaba francamente bien, aunque la crítica la haya tachado de poco menos que chiste. La verdad es que como película de terror victoriano con tintes y licencias Lovecraftianas funciona bastante bien, y es algo que no podemos decir sobre esta segunda parte, La sombra prohibida.

Esta película tiene el único aliciente de contar con mucha mitología lovecraftiana y cthulhesca e incluso con la presencia del propio Cthulhu, y aunque pueda parecer algo súper molón e interesante, la verdad es que el resultado es bastante decepcionante.

Para empezar, la producción es un cagao, los actores que quedaron relegados a un segundo plano en la primera película pasan a ser los protagonistas de esta y son tan patéticos que da pena que un hype bien generado en una película quede convertido en un zurullo en la secuela.

Hay actores que están doblados por encima, y además de que se nota mucho, no está bien hecho, no está bien integrado. Es como meter un audio HD ultranítido en medio de un fragmento con mucho ruido y poca calidad.

Óscar Jaenada es un actor que respetaba mínimamente, hasta que lo escuchas decir «Chuntu» refiriendose a Cthulhu. A ver, puedes decir «Catulu», «Cutulu», «Culu», «Tulu», o arriesgarte con un «Cah-lu», y todo va a sonar más o menos, pero Chuntu no. Aquí la prueba:

Chuntu!

Pero lo imperdonable de La sombra prohibida no es el doblaje de algunos actores, ni Jaenada diciendo Chuntu, ni tampoco ver a Luis Zahera interpretando a H.P. Lovecraft (también doblado por encima con muy mal acento británico), sino ver al propio Cthulhu.

Cuando piensas en este ser, te imaginas (yo al menos) algo tamaño Godzilla, grande como un edificio, cubriendo el cielo de la noche con su presencia, y cuando llega el momento de verlo en acción, te entra la risita floja del bochorno que pasas al verlo reconvertido en un bicho de poco más de 6 metros.

Está muy muy guay hecho y mola que se vean los detalles, pero el tamaño hace que pierda absolutamente toda presencia maligna.

Algo positivo, que no era demasiado intencionado, es el momento huída por la cueva, escapando del «guardián»… me recordó a unas buenas partidas de rol, escapando de algo, donde se suceden una serie de catastróficas pifias que provocan un torrente de carcajadas entre los jugadores. La escena no está pensada para ser cómica, pero en mi caso me hizo recordar unos buenos momentos.

Y no hay mucho más que decir… es mala como la peste, y sólo la puedo recomendar por «terminar la historia» y ver un rato a Cthulhu, pero provoca más risa, sin quererlo, que aportar algo al universo de Lovecraft.

Tráiler de La sombra prohibida

Y para limpiar oído…

Deja un comentario