La herencia Valdemar supuso un hito en el cine español, al ser la primera película financiada sin un euro del erario público. 13 millones de euros conseguidos de forma privada llorando a muchas puertas. Y quizá sea esto lo único bueno que decir de la película.
Mentira, hay muchas cosas buenas que decir sobre esta película, aunque haya sido vapuleada por la crítica. Cualquier fan del terror gótico puede hacerse muy rápidamente fan también de esta película.
Un tasador desaparece tras ser enviado a valorar el contenido de la Mansión Valdemar. La inmobiliaria envía a una nueva tasadora que también desaparece, así que envían a un Detective, que durante el viaje descubre la historia de la familia Valdemar (Lázaro y Leonor Valdemar) y su Mansión.
La historia de los tasadores es completamente prescindible, salvo por el hecho de dar pie a conocer la historia de la familia que le cuentan al investigador privado.
En ese momento nos alienamos en un flashback narrado muy largo donde conoceremos a los Valdemar, y cómo hicieron su fortuna a base de timar a viejas con supuestas sesiones de espiritismo «fotográfico», que son una sesión de espiritismo normal, con ventiladores y mesas con maquinarias que las hacen levitar, y un señor que hace una fotografía con doble revelado para que aparezca un espíritu a saludar.
Una de esas fotografías llega a Aleister Crowley, quien convence al señor Valdemar de hacer una nueva sesión de espiritismo, pero con sus colegas, y no con viejas… que no son menos que Bram Stoker, Lizzie Borden, Belle Gunness.
En esta sesión cada uno de los presentes solicitará a «una entidad cósmica» la concesión de un deseo, conocimientos, resolución de problemas, salud, inspiración… pero sale mal, o bien, y abren un portal a una dimensión paralela de la cual se escapa un bicho que se pone todo loco y provoca un incendio en la mansión.
Y hasta aquí puedo leer… de hecho he contado de más.
La herencia Valdemar es media película por el precio de una. Me explico, esta película no se puede ver por sí sola, porque no es más que un prologo a la historia de verdad que vendrá con La herencia Valdemar II: La sombra prohibida, donde nos alejaremos un poco del terror gótico en el que nos metió esta primera parte, para centrarnos algo más en el terror primigenio de Lovecraft y sus queridos bichoños. Pero de esto hablaremos en una futura entrega.
La herencia Valdemar está muy muy bien presentada como una historia de terror gótico victoriano, con una producción impecable en cuanto a vestuarios y localizaciones. Sobre el reparto, sólo puedo decir que está correcto, porque el problema que le veo a los actores españoles, en general, es una tendencia a la sobreactuación que los aleja del plano de la credibilidad; muy teatreros, lo que tampoco queda excesivamente mal en este ambiente.
Mención especial merece Paul Naschy, quien interpreta al mayordomo de los Valdemar, Jervás, el único valiente que se atreve a ayudar a «su amo» tras el incendio, y quien tiene que poner a todo el mundo en aviso para arreglar la situación. Uno de los últimos papeles de este actor, otrora conocido como El hombre lobo español, por haber interpretado a este personaje, alter ego del Conde Waldemar Daninsky (casualidad de nombre?), hasta en 13 ocasiones.
Los pocos efectos especiales que tiene podrían ser mejorables, pero como salen poco tiempo (esa apertura del portal dimensional) no molestan mucho rato.
La historia queda inconclusa, a espera de resolución en la segunda parte, pero como lo que es, una introducción, está genial. Acostumbrados a la Fantastic Factory o «Filmax presenta», esto es un soplo de aire fresco.
Os dejo el tráiler de La herencia Valdemar
En la segunda parte conoceremos al mismísimo H.P. Lovecraft, interpretado por Luis Zahera, gallego y comedor de pulpo, y a su mayor creación, Cthulhu.