Uno crece con la dureza, con la hombría de afirmar lo que muchos otros machos alfa afirman:
Yo no lloro con películas.
Otros, van de duros con corazoncito y sólo se permiten arrancar un:
Yo sólo he llorado con el final de Terminator 2.
Hasta ayer yo pertenecía a este segundo grupo, aunque sí es cierto que muchas otras películas arrancan ese punto lacrimógeno, bien sea por ternura, o pena, pero sin llegar al goteo… Hasta ayer.
Ocurrió con el penúltimo episodio de Derek (2×05), serie británica ambientada en una residencia de ancianos, con Ricky Gervais como principal protagonista, dando vida a Derek: un cincuentón especial, con la mentalidad de un niño de 10 años: todo le gusta, persona o animal… sobre todo animal. Y de esto va el citado penúltimo episodio.
Una protectora lleva mensual o semanalmente a los perretes y gatetes que cuida a la residencia de ancianos, para que hagan un poco de compañía a los residentes. Es simpático y tierno, hasta que el perrete mejor amigo de Derek tiene que ser sacrificado tras haberle detectado un cáncer no operable.
Como seguidor en las redes sociales de Ricky Gervais, sé que es un activo activista pro-defensa de los animales y protectoras que hacen lo que buenamente pueden por retirar de las calles a los perros y gatos que se encuentran. No es muy complicado ver alguna actualización de estado, cada semana, indicando que no compres animales, que visites las protectoras, que adoptes… De ahí que no me resulte demasiado complicado saber que los sentimientos que expresaba Derek en la serie eran los del propio Gervais, y de ahí la credibilidad de sus lágrimas, y lo jodidamente contagioso de las mismas.
Sí amigos y amigas, anoche lloré como una nena viendo a un cincuentón llorar por su mejor amigo, y sabéis qué? Lloré como si Ivor (el nombre del perro) hubiese estado conmigo durante toda mi vida y tuviera que despedirme de él. Y me sentí reconfortado por la compañía de mi mujer y nuestros 2 gatetes, con la satisfacción de haberles dado un hogar y el cariño que merecen todos los animales (menos las arañas).
En fin, para quien no la conozca, Derek es una comedia bastante ácida, aunque siempre tiene un punto de ternura bastante, valga la redundancia, enternecedor. Todos y cada uno de los personajes tienen puntazos, desde Derek y su inocencia hasta Kev y su… todo lo contrario. Por el medio Hanna intenta poner algo de cordura, pero no siempre lo consigue…
En fin, se despide un llorón.