Dai-Nipponjin está rodado como un falso documental, formato que, salvo contadas excepciones, no me entusiasma especialmente, básicamente porque suelen ser «películas» de escaso contenido en el que se abusa del relleno usando exagerados movimientos de cámara. Este caso, por suerte, es una de esas contadas excepciones.
Daisato es un hombre mediocre y ordinario. Divorciado y con una hija a la que apenas ve, su vida discurre tranquila hasta que las autoridades necesitan sus servicios. Porque Daisato es Dai-Nipponjin, un superhéroe dedicado a salvar a su país de la invasión de los monstruos gigantes que histórica y cinematográficamente han amenazado con su destrucción.
Daisato tiene la capacidad de hacerse gigantesco recibiendo grandes cantidades de energía, siendo la 5ª generación de superhéroes de su familia, de larga tradición en Japón combatiendo a bichoños enormes estilo kaiju. Sin embargo, estas actividades ya no tienen el mismo reconocimiento que en el pasado. Mientras sus predecesores gozaban de fama y reconocimiento, él se ve obligado a buscar patrocinadores para sus combates, que son retransmitidos de madrugada en horario de teletienda.
La peli consiste en una entrevista/reportaje del día a día de Daisato, mientras nos explica sus rutinas y aspectos de su vida y su pasado. Todo alternado con colosales batallas contra criaturas de aspecto y características de lo más aberrantes, realizando una brillante sátira sobre las convenciones del género y una somera crítica al consumismo y la globalización de la sociedad actual.
Y, por supuesto, hay que destacar el delirante y surrealista final, que simboliza la entrada en acción del género sentai. Un final de esos que te deja completamente descolocado y con el culo torcido, pensando en el sentido de lo que acabas de ver y sin tener muy claro por dónde te la acaban de colar.