TÍTULO ORIGINAL | Ragin Cajun Redneck Gators |
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AÑO | 2013 |
NACIONALIDAD | Estados Unidos |
DIRECTOR | Griff Furst |
GUIÓN | Keith Allan, Rafael Jordan |
MÚSICA | Andrew Morgan Smith |
FOTOGRAFÍA | Thomas L. Callaway |
REPARTO | Michael Baird, Nicoye Banks, Christopher Berry, Amy Brassette, John Chriss, Danny Cosmo, Shanna Forrestall, Jordan Hinson, Matthew James, Isaiah LaBorde, Jimmy Lee Jr., Ritchie Montgomery, Thomas Francis Murphy, Han Soto, Victor Webster |
SINOPSIS | Cuando dos familias rivales en las cercanías de los ríos principales de Luisiana descubren especies nuevas y muy agresivas de caimanes, deberían olvidarse de la lucha para destruir a estos reptiles peligrosos. |
No es de las mejores bichoñadas que he visto pero tiene sus detalles.
La cinta empieza con un chico mirando lascivamente a una joven autoestopista, más tarde descubriremos que es su tiastro pero como todo ocurre dentro de Louisiana tampoco nos vamos a sorprender por ello. La chica vuelve de visita en plena época de caza después de haberse marchado hace un tiempo a la ciudad para ir a la universidad. Casi lo primero que sabemos sobre ella es que se ha vuelto una gran defensora de los animales (vegetariana, no usa prendas de piel animal, los ayuda en todo lo que puede, etc) para, casi también acto seguido, ver cómo coge un arma y está dispuesta a cazar a los caimanes e incluso corta y prepara su carne para la comilona que se pega su familia.
Por otro lado tenemos a los Robichaud, la familia rival. Wade, el padre del chico de la peli se dedica a destilar alcohol con una receta familiar, hasta que un buen día navegando por internet encuentra otra forma de hacerlo, añadiendo otro ingrediente y es cuando se lía todo el asunto. No sale bien, así que deciden tirar todos los bidones al río y… sí, es la causa de la mutación de los camimanes.
Un auténtico redneck, como todos sus co-protagonistas humanos.
La película está llena de clichés paletos, incluido el chaval vestido con un peto y un banjo colgado que ameniza algunas escenas tocándolo.
Una de las escenas más graciosas la protagonizan la mayoría de los actores. La chica y el chico están en medio del río y no arranca la lancha, ambas familias han llegado justo en el momento en que los caimanes se acercan y… ¿qué hacen para desviar su atención? LLAMARLOS. Como si se tratasen de perritos. Los llaman y hacen aspavientos. Los caimanes, por supuesto, hacen caso.
Reconocerás a los mutantes por su lengua azul. El mismo color que la bebida espirituosa del señor Robichaud.
Como es habitual en este tipo de películas, todos mantienen la calma. Acaban de matar a un amigo, ¡no pasa nada! voy a mirar las fotos de antaño para recordarlo y ya iré a por ayuda más tarde. Eso sí, la banda sonora me ha gustado. Un aplauso para Andrew Morgan Smith por saber dónde poner cada nota de tensión.
Otra cosa que la distingue del resto es que si comes carne de caimán infectado, te acabas convirtiendo en uno de ellos. Los efectos especiales en las transformaciones no son para tirar cohetes pero no podemos pedir más dado la calidad del film.
Hay varios diálogos y detalles que son graciosísimos. Risas garantizadas. Y como pequeña muestra, os dejo el trailer:
Qué ganas de verla!