A casa por vacaciones (Home for the Holidays) es una comedia dramática familiar que se aleja de los tópicos cuentos de hadas festivos que imperan en el género para realizar una mordaz y conmovedora exploración de lo que realmente significa volver al nido familiar cuando la edad adulta ya ha hecho mella. Dirige Jodie Foster (El pequeño Tate, El castor), en su segunda incursión como directora, siguiendo un guion que adapta un cuento de Chris Radant, y protagonizan Holly Hunter (Al filo de la noticia, El piano, La tapadera), Robert Downey Jr. (Restauración, Asesinos natos, Ricardo III), Anne Bancroft (Luna de miel para tres, La asesina, Donde reside el amor), Dylan McDermott (Magnolias de acero, Confesión criminal, En la línea de fuego) y Claire Danes (Mujercitas, Feliz cumpleaños, amor mío, Me quiere, no me quiere).
Sinopsis de «A casa por vacaciones»
Claudia Larson es una restauradora de arte soltera y con un trabajo precario en Chicago, que se encuentra en una espiral de crisis personal: ha sido despedida, su hija adolescente le anuncia que perderá su virginidad y su inminente viaje de Acción de Gracias a casa de sus padres en Baltimore se cierne como una sentencia. Lo que sigue es un torbellino de dos días que encapsula a la perfección la mezcla de amor, frustración, resentimiento y afecto incondicional que caracteriza a cualquier reunión familiar.
Una celebración imperfecta de la familia
El saturado género de las comedias familiares ambientadas en alguna época festiva (género que campa a sus anchas sobre todo en telefilms y plataformas de streaming) impone historias rebosantes de azúcar y perfección impostada. A casa por vacaciones destaca como un respiro refrescante y, a menudo, hilarante, que disecciona las complejidades de la dinámica familiar con aguda sensibilidad al mismo tiempo que consigue retratar con cariño y sin cinismo las imperfecciones de las relaciones familiares.
El gran acierto de Jodie Foster reside en su habilidad para crear un microcosmos familiar que, a pesar de sus excentricidades, resulta universalmente reconocible y humano a través de diálogos ágiles y situaciones que, a veces, rozan lo caricaturesco. Consigue equilibrar el humor incómodo con momentos sinceramente conmovedores, sin romantizar a sus personajes ni suavizar sus defectos. La cámara se mueve con agilidad entre escenas íntimas y otras más caóticas, como si fuera una invitada más en la mesa familiar.
La película se mueve con soltura entre la comedia y el drama, sin miedo a mostrar los roces, los silencios incómodos y las heridas abiertas que muchas veces se esconden bajo la superficie de las celebraciones familiares. Los Larson son el arquetipo de la familia disfuncional, pero lejos de caer en la caricatura, cada personaje está meticulosamente dibujado y lleno de humanidad. El ritmo es frenético, reflejando el caos inherente a estas reuniones, y sabe cuándo dejar que el humor negro respire y cuándo dar paso a un momento de melancolía o revelación.
En definitiva, no es una película para ver si buscas una fantasía pulcra. Es para aquellos que entienden que las fiestas familiares son a menudo un campo de batalla emocional, pero a pesar de todo, la familia —con sus luces y sombras— sigue siendo el lugar al que, mal que bien, siempre volvemos, porque es un refugio imperfecto pero necesario.
Sin reinventar el género, logra capturar con honestidad y ternura el caos emocional que suele acompañar las reuniones familiares. Una joya infravalorada del cine de los 90 que merece ser revisitada, especialmente cuando la temporada festiva se acerca y nos prepara para nuestro propio, inevitable y querido caos familiar.
Trailer de «A casa por vacaciones»
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