La herencia Valdemar supuso un hito en el cine español, al ser la primera película financiada sin un euro del erario público. 13 millones de euros conseguidos de forma privada llorando a muchas puertas. Y quizá sea esto lo único bueno que decir de la película.
Mentira, hay muchas cosas buenas que decir sobre esta película, aunque haya sido vapuleada por la crítica. Cualquier fan del terror gótico puede hacerse muy rápidamente fan también de esta película.
Silvia Abascal sirve como introducción a la historia
Un tasador desaparece tras ser enviado a valorar el contenido de la Mansión Valdemar. La inmobiliaria envía a una nueva tasadora que también desaparece, así que envían a un Detective, que durante el viaje descubre la historia de la familia Valdemar (Lázaro y Leonor Valdemar) y su Mansión.
La historia de los tasadores es completamente prescindible, salvo por el hecho de dar pie a conocer la historia de la familia que le cuentan al investigador privado.
En ese momento nos alienamos en un flashback narrado muy largo donde conoceremos a los Valdemar, y cómo hicieron su fortuna a base de timar a viejas con supuestas sesiones de espiritismo «fotográfico», que son una sesión de espiritismo normal, con ventiladores y mesas con maquinarias que las hacen levitar, y un señor que hace una fotografía con doble revelado para que aparezca un espíritu a saludar.
Una de esas fotografías llega a Aleister Crowley, quien convence al señor Valdemar de hacer una nueva sesión de espiritismo, pero con sus colegas, y no con viejas… que no son menos que Bram Stoker, Lizzie Borden, Belle Gunness.
En esta sesión cada uno de los presentes solicitará a «una entidad cósmica» la concesión de un deseo, conocimientos, resolución de problemas, salud, inspiración… pero sale mal, o bien, y abren un portal a una dimensión paralela de la cual se escapa un bicho que se pone todo loco y provoca un incendio en la mansión.
Y hasta aquí puedo leer… de hecho he contado de más.
La herencia Valdemar es media película por el precio de una. Me explico, esta película no se puede ver por sí sola, porque no es más que un prologo a la historia de verdad que vendrá con La herencia Valdemar II: La sombra prohibida, donde nos alejaremos un poco del terror gótico en el que nos metió esta primera parte, para centrarnos algo más en el terror primigenio de Lovecraft y sus queridos bichoños. Pero de esto hablaremos en una futura entrega.
La herencia Valdemar está muy muy bien presentada como una historia de terror gótico victoriano, con una producción impecable en cuanto a vestuarios y localizaciones. Sobre el reparto, sólo puedo decir que está correcto, porque el problema que le veo a los actores españoles, en general, es una tendencia a la sobreactuación que los aleja del plano de la credibilidad; muy teatreros, lo que tampoco queda excesivamente mal en este ambiente.
Paul Naschy en La herencia Valdemar
Mención especial merece Paul Naschy, quien interpreta al mayordomo de los Valdemar, Jervás, el único valiente que se atreve a ayudar a «su amo» tras el incendio, y quien tiene que poner a todo el mundo en aviso para arreglar la situación. Uno de los últimos papeles de este actor, otrora conocido como El hombre lobo español, por haber interpretado a este personaje, alter ego del Conde Waldemar Daninsky (casualidad de nombre?), hasta en 13 ocasiones.
Los pocos efectos especiales que tiene podrían ser mejorables, pero como salen poco tiempo (esa apertura del portal dimensional) no molestan mucho rato.
La historia queda inconclusa, a espera de resolución en la segunda parte, pero como lo que es, una introducción, está genial. Acostumbrados a la Fantastic Factory o «Filmax presenta», esto es un soplo de aire fresco.
Os dejo el tráiler de La herencia Valdemar
En la segunda parte conoceremos al mismísimo H.P. Lovecraft, interpretado por Luis Zahera, gallego y comedor de pulpo, y a su mayor creación, Cthulhu.
Dagon es una película española de 2001 basada en un relato de H.P. Lovecraft, La sombra sobre Innsmouth (1931), que tuve la ocasión de leer hace muy poco. La película es producción de la otrora promesa del terror nacional Fantastic Factory, que tuvo en su haber una serie de producciones que resultaron bastante cuestionables, y cuestionadas. Antes de meternos en la película, tenemos que ponernos en antecedentes con esta productora.
En EEUU, por poner el ejemplo de la meca del cine, la subvención que obtienen las productoras se traduce en ventajas fiscales y devolución de costes de producción (fuente), y para obtener esas ventajas tienes que hacer la película, estrenarla y obtener beneficios para que esas ventajas se traduzcan en verdes.
En España (y Europa=, por contra, la subvención no es posterior al estreno, sino anterior… Si quieres hacer una película (y tienes background) te darán la subvención con una serie de requisitos y obligaciones, que hasta hace poco eran: estrenarla en el cine y poco más. De ahí que haya películas que sólo se estrenan en salas pequeñas y cines de segunda (sin ánimo de ofender, son los mejores putos cines). Incluso se han dado casos de estrenos con salas cerradas (y taquilla vendida entera) para justificar el estreno y el «Sold out!».
Conociendo estos datos, Bryan Yuzna (director entre otras, de parte de la saga Re-Animator, junto con Stuart Gordon, quien también es director de la actual Dagon) decide juntarse con Julio Fernández (productor de Los sin nombre, entre otros) y montar una sucursal en España, para producir sus mierdas y subvencionarse la coca. A este chiringuito lo llaman Fantastic Factory.
Su primera producción: Faust: La venganza está en la sangre, prometía más de lo que daba, pero era bastante decente. Una re-imaginación del mito de Fausto y Mefistófeles, con reparto internacional (incluyendo al actor fetiche de Yuzna, Jeffrey Combs) y una banda sonora maravillosamente nu-metalera.
Tras Faust vinieron Arachnid y Dagon, muy poco después, rodadas con los beneficios de la priemra (menos la coca consumida), y dejaban algo que desear. Un año después vino Darkness (2002), dirigida por Jaume Balagueró; quizá mi favorita de la Fantastic Factory, pero a partir de ahí la cosa fue en caída libre: Romasanta, Rottweiler, Beyond Re-Animator (Yuzna sabe que si toca la fibra Lovecraftiena tiene las lonchas aseguradas), La Monja y por último, Bajo aguas tranquilas.
Lo que comenzó con películas efectistas y de estéticas algo cuidadas, terminó en un festín de producciones low-cost con repartos de segunda y efectos de muñeco hecho con calcetín y ojos pegados. Una pena, porque siempre me moló la idea de tener una productora patria que hiciera cine interesante, y no la comedia o drama de siempre. Por suerte tenemos a Alex de la Iglesia, que de vez en cuando saca cosas muy decentes (salvo Las Brujas de Zugarramurdi).
En fin, a lo que íbamos…
Dagon: La secta del mar
Dirige Stuart Gordon (director de Re-Animator, fallecido el pasado año) y produce Yuzna. Lo que a priori puede ser un sello denominación de origen a tener en cuenta empieza a perder enteros a cada minuto, hasta quedarnos con un «no está tan mal» final. Ese «tan» es mortal.
Los efectos especiales de la casa Yuzna siempre son un poco chusteros, pero efectivos. Parece que con la versión trial del After Effects le llega y con aumentar el tamaño de pantalla para ocultar la mosca de la versión de prueba es suficiente. Ahora bien, los efectos visuales y de maquillaje son bastante guays y mucho más efectivos que los CGI. Quizá Stuart Gordon guardaba props de Re-Animator para utilizar en Dagon, o quizá entre lonchas de coca tuvieron la idea de intentar hacer algo bien.
Combarro (Pontevedra), pueblo marinero donde se rodó Dagon
Así que tenemos por un lado CGI de baratillo, maquillaje bien tirando a guay (entendiendo el tipo de producción que tenemos delante, sin comparar con otras películas que pueden multiplicar el presupuesto de esta x100) y llegamos a lo peor… el reparto.
Raquel Meroño, de la rubia melena y moreno el… (lo siento, estoy muy arrepentido, no volverá a ocurrir), tiene la gran suerte de aparecer poco en la película. Creo que ha pasado el tiempo suficiente desde 2001 como para poder hablar con spoilers sin tener que ocultarlos, pero por si acaso…
[spoiler]Tiene no, tenemos la gran suerte de verla poco en la cinta y lo que vemos al final sea su muerte, después de unos gratuitos, y continuos, planos de tetas como este.[/spoiler]
Las cualidades interpretativas de esta chica son nulas rozando el negativo. Una fregona tendría menos atractivo físico, pero quedaría mejor en pantalla. Sólo piensa: cuántas fregonas has visto en el cine y cuántas Meroños? Fregona wins.
El alter-ego femenino está en otra actriz que me encanta (sarcasmo), Macarena Gómez. Dagon fue su primera película (y uno de sus primeros trabajos, amén de un par de apariciones en alguna serie de tv), y para consolación de los detractores aquí todavía no era tan cansina como ahora, y aún tenía algo de ilusión por intentar dejar un trabajo bien hecho. Lo consigue.
Aunque no me guste nada en absoluto, Macarena Gómez hace un papel comedido, pero muy efectivo. Su gesto peculiar y sus grandes ojos, junto con algo de interpretación, consiguen crear un personaje que sabe transmitir la locura que se supone que tiene y vive. Un 10 para ella.
No me huele a bacalao, me huele a pulpo.
Paul, el prota está interpretado por Ezra Godden, alguien completamente anónimo para mí, y del que he tenido que investigar para conocer un poco más. Ha hecho algo de tv, algo de doblaje y poco cine (y de serie B). No lo hace mal y transmite correctamente la angustia del personaje.
Como comparsa a Paul tenemos a un montón de actores y extras con mayor o menos nombre, desde Francisco Rabal, interpretando al borracho del pueblo (con un acento gallego bastante creíble) hasta un montón de vecinos de Combarro, pueblo marinero de Pontevedra, donde se rodó Dagon, a escasos 30 minutos de donde vivo. Por cierto, fue ésta la última película de Paco Rabal; dijo la mujer, tiempo después, que fue un rodaje extenuante, por las inclemencias del tiempo y las altas horas a las que se rodaba.
Dagon se basa en el relato La sombra sobre Innsmouth (1931), como ya adelantamos en el primer párrafo del artículo, pero de forma bastante libre. Hay cosas que son calcadas y que consiguieron trasladarme a la lectura y meterme de lleno en la historia, y hay otras que sólo están ahí como relleno.
El pueblo marinero de Innsmouth aquí se traduce a Invoca (Inns = In, mouth = voca… eso debieron pensar los guionistas), que tiene sentido por el verbo invocar, pero pierde la literalidad del nombre anglosajón.
La historia, aún libre, sigue manteniendo casi todos los elementos de la novela/relato. En Dagon, llegan al pueblo por accidente (literalmente), mientras que en el relato el prota (uno sólo, no una o 2 parejas) viaja a propósito al pueblo por motivos históricos y culturales.
El aspecto de Innsmouth
En ambos casos, el descubrimiento de los hombres-pez es similar. Mientras que en la película lo primero que vemos es la mano palmeada del cura, y poco después las branquias del recepcionista del hotel, en la novela se nos va describiendo el aspecto de los vecinos de Innsmouth a medida que el prota los observa desde el autobús y se denominan como «aspecto de Innsmouth».
El momento hotel es prácticamente similar en ambas historias. La película consigue transmitir muy bien la angustia del personaje abriendo y cerrando puertas. Quizá yo hubiera insistido más en este detalle, como en el libro, pero no estuvo nada nada mal.
En la película, Paul se encuentra con Ezequiel, el borracho del pueblo, de forma accidental, mientras que en el relato, es un empleado de una tienda quien le facilita al prota un mapa del pueblo y le indica que vaya a hablar con Zadok (el borracho), que es el más viejo del lugar.
En este momento viene lo segundo mejor de la cinta, que es el flashback que relata cómo el pueblo de Invoca entabló relaciones comerciales con los Profundos. Un momento 100% lovecraftiano.
Si eso era lo segundo mejor, qué es lo primero?
Escuchar a los profundos hablando gallego y adorando a un pulpo gigante. No sé si Lovecraft estuvo en Galicia, pero seguro que le hubiera molado pasar aquí una buena temporada.
El resto de la peli y comparación la dejo en vuestras manos.
Yo he de decir que en 2001 apenas había leído a Lovecraft (o nada) y hoy en día he leído todo (y me ha gustado casi todo). Digo esto porque me parece importante conocer la historia original para poder disfrutar más la película. En 2001 me pareció un zurullo ponzoñoso para ver de risas, y hoy puedo decir que la he disfrutado… tras 20 años y una pila de libros.
Así que, a día de hoy, os recomiendo ver Dagon: la secta del mar, pero sólo después de leer, o releer, La sombra de Innsmouth, que si leéis a buen ritmo, tenéis ventilada en 2 o 3 noches.
En la hierba alta es la última película que he visto en Netflix, basada en un relato escrito por Stephen King y Joe Hill (su hijo, que parece más un clon). No sé quién tendrá más porcentaje de autoría en el relato, pero apuesto por un tercer nombre: H.P. Lovecraft.
Hace poco empecé a leer en serio a Lovecraft. Ya había leído cosas antaño (tras una divertidísima partida de La llamada de Cthulhu), pero muy por encima. En esta ocasión, comencé por Color out of space (El color que cayó del cielo, 1927). Me enganchó tanto el ambiente que seguí tragando historias una detrás de otra. Poco después me entero de que esta película está en marcha y casi lloro de la emoción por la serendipia.
Hace cosa de un año, Mike Mignola, creador del personaje, afirmaba que Hellboy 3 no estaba entre los proyectos de Guillermo del Toro. Ron Perlman, que interpretó al personaje en las dos películas y que es un gran amigo del director mexicano, en su momento también se mostró muy pesimista sobre la realización del final de la trilogía, aunque ha dicho que le gustaría que se hiciese continuando con lo ya contado, es decir, el destino de Hellboy relacionado con el comienzo del Apocalipsis, y el verdadero motivo por el que le enviaron a la Tierra, algo que se podía entrever en los dos films previos.
Recordemos también que la carrera de Del Toro no ha sido muy estable precisamente desde Hellboy 2: El ejército dorado. Se aventuró con ilusión en la adaptación de El Hobbit, de la que salió, entre otras cosas, por la bancarrota de la MGM. Después se embarcó en la adaptación de la novela At the Mountains of Madness de H. P. Lovecraft, que tropezó con varias dificultades, aplazamientos y desavenencias con Univeral Pictures. Y, mientras la productora meditaba tranquilamente si le daba luz verde al proyecto, Legendary Pictures le ofreció a Del Toro Pacific Rim, una historia de Travis Beacham que le interesó, y a la que se está dedicando con vistas a estrenarla en julio de 2013.
Parece que el stand de la Comic-Con de San Diego dedicado a la película ha sido uno de los más exitosos, algo que sitúa a Guillermo del Toro en una posición más fuerte que la que tenía hace un año, lo que parece que le va a dar más libertad a la hora de seleccionar sus próximos proyectos, según se deduce de algunas declaraciones que ha hecho.
Con respecto a Hellboy 3 simplemente ha dicho: «Ahora puedo decir públicamente que lo estamos intentando. Vamos a hacer un esfuerzo para hacerla. Espero que sea posible».
En relación a At the Mountains of Madness, el realizador ha dicho que sigue teniendo ganas de hacerla, especialmente teniendo en cuenta todo el trabajo ya hecho: «Para mí, el colapso de At the Mountains of Madness fue algo una experiencia que me quebró el alma. Fue muy difícil para mí que esa película no sucediera. Diseñamos las criaturas, los sets, estábamos ya eligiendo las localizaciones y habíamos pasado por muchas versiones del libreto. Todo estaba listo y de pronto se colapsó y fue un golpe durísimo. Fue un momento de debilidad muy grande.»
Pero ahora ha aparecido otro problema: Prometheus, de Ridley Scott. Guillermo Del Toro afirma que Alien está influenciada por el trabajo de Lovecraft, y en la sinopsis de Prometheus se aprecian claras influencias del libro.
«La misma premisa. Escenas que serían casi idénticas. Ambas películas parece que compartirían escenarios y exactamente la misma GRAN REVELACIÓN (sorpresa) al final. No voy a decirla.»
Con todo, el director aún deja un hueco para la esperanza: «Creo que la haremos. Cuando me sienta lo suficientemente valiente como para ver Prometheus, lo sabré. Pero, por ahoa, no lo sé. No somos más que seres humanos. Así que iré al cine, compraré mi entrada para Prometheus y veremos qué ocurre, porque estoy asustado. No soy una entidad mental; también soy emocional. Y las ideas son parecidas, por lo que he oído. La veré la próxima semana, ¡prometido!».