Sinopsis
Años 50. Frank y April se conocen en una fiesta y se enamoran. Ella quiere ser actriz. Él sueña con viajar para huir de la rutina y experimentar emociones nuevas. Con el tiempo se convierten en un estable matrimonio con dos hijos que vive en las afueras de Connecticut, pero no son felices. Ambos se enfrentan a un difícil dilema: o luchar por los sueños e ideales que siempre han perseguido o conformarse con su gris y mediocre vida cotidiana.
Estancados en la rutina
Revolutionary Road es otra de esas películas que me han recomendado y he tardado en ver. Además de que, a pesar de haberla visto hace más de un año, no es hasta ahora que me decido a escribir unas palabrillas sobre ella.
De igual forma que en parte de la filmografía de Sam Mendes, tenemos un relato que denuncia la hipocresía social y la necesidad de alcanzar un status y el grado de felicidad que nos imponen los demás. La narración no es tan distendida y ligera como en otras ocasiones (American Beauty por ejemplo) sino que tiene tintes bastante más tristes, depresivos y oscuros.
«Hay que ser muy valiente para llevar la vida que uno quiere.»
La joven pareja protagonista empiezan una vida juntos fundamentada en ilusiones y esperazas, y acaban acomodados en un ritmo rutinario impuesto por el día a día. Una historia terrorífica en la que no hay monstruos sino situaciones reales como la vida misma. El guión está bien desarrollado, la ambientación en los años cincuenta es perfecta y la actuación de ambos protagonistas, Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, es sublime. Una combinación que se vendió en su momento como la reunión de los protagonistas de Titanic 10 años después, aunque no pueda haber nada más alejado en intenciones, contenido y mensaje.
No puedo terminar sin mencionar el papel de Michael Shannon que, en sus breves intervenciones, nos brinda alguna de las reflexiones más demoledoras de la cinta. Y la escena final (sin spoileres), con el personaje de Kathy Bates despotricando por lo sucedido y su marido apagando el audífono para no enfrentarse a la realidad, que resulta un resumen perfecto de la peli y una de las metáforas más brutales que he visto nunca.