Power Rangers (2017) – buf…

Con unos pocos minutos de la película, Power Rangers se me hace un híbrido bastante correcto entre Breakfast Club (1985) y Chronicle (2012). Esta comparación, la verdad, no sé si es ocurrencia personal o de mi colega D.Ego… es muy suya, así que es probable que me la haya apropiado.

Con un negro, un asiático, un rubio y 2 chicas, creo que tenemos cubierta la cuota racial y sexual, amén de polémicas, necesaria en el cine de hoy en día.

La verdad es que Power Rangers es un poco caca. Aula de castigo, 5 desconocidos que se hacen súper colegas, accidente «casual» en el bosque… poderes. Combatir el mal… Y fin.

No es que se pueda decir demasiado, y lo que se puede decir tampoco es que sea demasiado bueno.  Sí, es una película entretenida, pero poco más… las comparaciones son odiosas, y ya no me refiero a las películas citadas, sino a la propia serie de donde sale ésta.

La serie de Power Rangers tenía gracia y se dejaba ver porque no se tomaba en serio a si misma. A esta película le pasa justo lo contrario, quiere ser tan seria que la caga estrepitosamente.  Y cuando 5 fulanos enfundados en lycra son más dignos que 5 fulanos con armaduras ultra-pro… es que algo falla.

Entrando un poco en la historia, resulta un poco chocante la sucesión de casualidades que tenemos en la peli, entre la aparición de los poderes y la aparición del villano… todo demasiado forzado. No le han dado ni 3 minutos de margen, así como están cogiendo los pedruscos del monte, vemos como un barco «pesca» al villano en estado de aparente momificación.

Ojo, aunque arriba de todo haya dicho que es un híbrido muy correcto, no quiero que penséis que la peli mola mazo… de hecho es bastante prescindible, pero no le negaré un punto mínimo de entretenimiento.

No voy a decir más, porque no se puede hablar demasiado. Ya todos conocemos a los Power Rangers, y esto no es más que un capítulo largo, con una presentación de 90 minutos y un desenlace de 20.

Jal-9000

Bloguero sin criterio y amante de los axiomas. Adorador de George A. Romero, Uwe Boll, el cine de acción de los 90, la ciencia ficción de los 50, el terror de la Hammer y todo lo que excrete Yoshihiro Nishimura.

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