Panic es una serie dramática de y para adolescentes, creada y escrita por Lauren Oliver, como adaptación de su novela, publicada en 2014. Protagonizan Olivia Welch, Mike Faist, Jessica Sula y Ray Nicholson. Son diez episodios con una duración de unos 40 minutos cada uno, que parten de una premisa bastante interesante, pero cuyo desarrollo es como pinchar un globo que no se ha llegado a inflar del todo.
En un pequeño pueblo del sur de Estados Unidos, 47 estudiantes recién graduados participan en un concurso extremo que permitirá al ganador escapar del lugar en el que viven.
El principal defecto de la serie es la acumulación excesiva de tópicos, hasta el punto de que prácticamente todo lo que pasa es previsible en un 90%. Sin entrar en spoilers profundos, voy a hacer un breve resumen del primer capítulo.
En el pueblecillo de Carp, Texas, los estudiantes que terminan bachillerato pueden participar en una competición anual extrema que le da al ganador la posibilidad de ganar una gran cantidad de dinero. La protagonista tiene clarísimo que no va a participar, porque se ha pasado los últimos años ahorrando el dinero que ha ido ganando en un trabajo a media jornada, pero por circunstancias de la vida, pierde esos ahorros y, sin muchas más opciones en la cabeza decide entrar en el juego a lo loco.
La primera prueba consiste en saltar a un lago desde un acantilado. Está el salto difícil, el más complicado (que da más puntos) y el demencial de la muerte (con mayores bonificaciones). Todos los que deciden participar eligen el salto difícil. ¿Todos? No. El típico chaval misterioso, que se ha mudado al pueblo el último año y parece que sabe todo lo que hay que saber sobre el ultrasecreto juego de Pánico, elige el salto más complicado. Y, cuando ya está a punto de cerrarse la participación, llega la protagonista y, sin apuntarse de forma oficial, como han hecho todos los demás, sube hasta la posición del salto difícil, sigue subiendo hasta el salto complicado y no se detiene hasta llegar al salto ultrapeligroso. Allí, evidentemente, tiene serias dudas durante interminables minutos hasta que, por fin, salta y, fin del episodio.
En fin, a partir de ahí todo son una colección de sinsentidos, con inexplicables tomas de decisiones y una serie de misterios que resultan mucho más interesantes que las explicaciones que se les dan. Aparte, tenemos unas relaciones entre personajes que van desde lo tópico hasta lo vomitivo, pasando por lo increíblemente absurdo. Como ejemplo fugaz, el triángulo que se forma entre la protagonista, su amigo de toda la vida y el típico malote del instituto, que además solo es malote en apariencia pero tiene su corazoncito…
Y luego está la cantidad de ridiculeces argumentales metidas a mayor gloria de servir a la historia. Por una lado está la inutilidad policial, que llevan un año investigando las muertes de dos jovenzuelos, supuestamente en el anterior juego, pero es casualmente ahora cuando empiezan a aparecer pistas y a descubrirse cosas que ya tenían que haber visto hace doce meses (como una de las revelaciones de los últimos episodios). Por otro lado está el chaval misterioso que mencionaba antes, el cual tiene un interés personal (y secreto) en participar en el juego y que, aunque se supone que ha llegado el pueblo en el último año y que trabaja como camarero en la cafetería, no ha hablado con nadie ni se relaciona con nadie, ni nadie sabe nada de él. Y así muchas más cosas.
Para terminar, están las pruebas en sí, que deberían ser el punto central de la serie y lo que le diera algo de impacto y emoción. Pues tampoco, la mayoría se quedan en algo anecdótico y que se resuelven off-screen entre un capítulo y el siguiente.
Ah, la protagonista es lo más hostiable que he visto en muchos años. Hala, ya lo he dicho.
Trailer de Panic
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