Decidimos, por frikismo popular, ver durante esta semana una película, y cada uno de nosotros -los que pudiéramos verla-, hacer una mini crítica de 140 caracteres -los que quisiéramos hacerla-, letra arriba, letra abajo, para sintetizar al máximo la idea que nos queda después de haberla visto.
Ligero caso de muerte, nuestro nuevo colaborador, dijo de cachondeo… «podíamos ver La masacre del microondas», y el aluvión de síes fue -casi- unánime. La película, de 1983, la dirige Wayne Berwick sobre un guión de Thomas Singer. Una trash movie de los 80 en toda regla, que dista años luz de la calidad obtenida años más tarde por la ópera magna del género, Street Trash (1987), que ya tuvimos ocasión de comentar por aquí hace tiempo… ay, quién me regalara el Blu-Ray…
Lo que tenemos por delante son 76 minutos de gore guarro y cutre, viscosidades, mucho humor y alguna teta… o no? veamos qué opinan los Zinemaníacos…
Finalmente sólo fuimos 8 los valientes que nos hemos lanzado a twittear una crítica, y creo que hemos tardado mucho más en escoger los 140 caracteres que lo que los guionistas de la película tardaron en escribirla. Tras el salto.
Vamos por orden alfabético…
Escenarios y diálogos de una película pseudoerótica. Lo único chistoso y con gracia han sido los títulos de crédito. No esperéis casquería.
Cutre comedia casposa con tintes de gore light. El inconexo argumento sirve de pobre excusa para que las actrices enseñen (pocas) pechugas.
La masacre del microondas es el hijo tonto de un coito anal entre los parientes lejanos de Almodóvar y Bigas Luna: obligado visionado.
Basura en estado puro. ¿Quién necesita actores, cuando unos chimpancés lo hacen mejor que estos tipos? Melones al micro y un perro de Oscar.
Drama necrófago con tetas, asesinatos con pimenteros, y bocatas de centollo. Cruel anuncio de Balay de 76min. Lo mejor, el doblaje, y el Fin.
Típica película gore ochentera mal rodada y peor interpretada. Una excusa para mostrar carne. Sólo apta para ver entre colegas, ebrios.
Frank Zappa y Jimi Hendrix ven pasar tetas en una obra mientras Jack el Destripador hace bocadillos de fulana. Unas risas de película.
Una película sin guión, sin argumento, sin diálogos. Es una basura pestilente que no hay por dónde coger. Una pérdida de tiempo… con tetas.