Admiradora secreta es una comedia romántica (adolescente) que juega con los enredos y malentendidos típicos del género, pero con una frescura y ritmo que la han convertido en una pequeña joya ochentera. Está dirigida por David Greenwalt (posteriormente responsable de varios guiones de Aquellos maravillosos años, Buffy, cazavampiros o Ángel) y protagonizada por C. Thomas Howell (E.T. el extraterrestre, Rebeldes, Amanecer rojo), Lori Loughlin (El pozo del infierno, La gran revancha, La hermandad de la justicia), Kelly Preston (Metalstorm, Christine, Al filo de la medianoche), Fred Ward (El jinete del tiempo, Más allá del valor, Chicas en pie de guerra) y Dee Wallace (Aullidos, La otra cara del entrenador, Cujo).
Sinopsis de «Admiradora secreta»
Michael Ryan, un estudiante de último año, recibe una apasionada carta de amor sin remitente. Convencido de que la misiva proviene de la hermosa y popular Deborah Anne Fimple, se embarca en una serie de desventuras para conquistarla, mientras su mejor amiga, la inteligente y sarcástica Toni Williams, observa con una mezcla de celos y frustración.
Cyrano de Bergerac enredado
La premisa de Admiradora secreta es sencilla, pero como suele ocurrir en este tipo de comedias románticas, el encanto reside en los malentendidos y las situaciones cómicas que se derivan de la confusión. Aunque nunca llegó al estatus de culto de cintas como El club de los cinco o Un gran amor, esta comedia romántica ligera logra entretener con un enfoque más travieso que reflexivo, y con una estructura de enredos digna de una farsa teatral.
Uno de sus puntos fuertes es su guion ágil, que mantiene el interés y el humor sin caer en la exageración, apostando por el enredo como motor principal y apoyado en un humor blanco con leves pinceladas picantes que lo diferenciaban de otras comedias con adolescentes de la época. No es particularmente innovador, pero maneja con eficacia el ritmo de la comedia de equivocaciones. La historia aprovecha bien la premisa del enredo amoroso y la comunicación errónea, generando situaciones divertidas y momentos entrañables.
Lo que más destaca, vista desde la distancia, es su innegable aire de nostalgia. Desde los peinados voluminosos y la moda colorida hasta la banda sonora repleta de sintetizadores, la película es una cápsula del tiempo que nos transporta directamente a la década de los 80. Para aquellos que crecieron en esa época, es un dulce recordatorio de los dramas adolescentes, las fiestas de instituto y las ansias del primer amor. Curiosamente, la cinta es tan autoconsciente que, si no se hubiera estrenado en 1985, podría pasar perfectamente por un homenaje hacia el género.
En última instancia, aunque puede que no sea la película adolescente más ingeniosa o profunda de los 80, cumple con su cometido de entretener. Su encanto reside en su sencillez, su juvenil reparto de adolescentes veinteañeros y su capacidad para evocar una época pasada. Es una opción sólida para una tarde de cine ligero, ideal para aquellos que buscan un poco de nostalgia o simplemente una comedia romántica sin grandes pretensiones.
Trailer de «Admiradora secreta»
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