Kalashnikov, lanzada al mercado internacional como AK-47, es una película biográfica del creador del fusil de asalto, de cómo y por qué llegó a él. Dirigida por Konstantin Buslov sobre guión de Sergei Gorbunov y demás comparsa. A pesar de lo que puedas presuponer, no se trata de una película bélica, sino de una biografía en entorno bélico.
Es una película muy justita en todos los aspectos, y por suerte para ella, el interpretativo no es uno de ellos, ahí sobresale por encima de la media. La cinta se sostiene sobre los hombros del protagonista, Mikhail Kalashnikov, interpretado por Yuriy Borisov, y a ratos por Katya, interpretada por Olga Lerman. El subargumento amoroso, aunque fiel a la realidad en esta película, no aporta absolutamente nada. Si a esto le sumamos que la química entre ambos actores no es la mejor, pues tienes una serie de escenas olvidables. Ojo, son buenos por separado, pero juntos baja la media; la pena es que están bastante juntos.
Kalashnikov comienza con un flashback en el que vemos al niño Mikhail apuntando maneras, creando una escopeta funcional, con trozos de chatarra de la granja en la que vive. Esta breve escena da un salto hasta mitad de la segunda guerra mundial, 1941, en la que vemos a Mikhail siendo testigo de cómo un superior muere tras encasquillarse «el arma más novedosa diseñada en la URSS». Al estudiar el mecanismo, descubre unos fallos estructurales y de diseño y se propone hacer una versión mejorada.
A partir de ese momento, la película alterna la vida personal de Mikhail con Katya, delineante, y con los avances en las diferentes armas que va creando, hasta llegar al final de la película en 1949 con la creación y producción en masa del arma que creo que todos podemos dibujar en nuestra imaginación: el AK-47, más conocido por el apellido del creador, Kalashnikov.
La película se centra, como vemos en tan sólo 8 años de la vida del diseñador de armas, y no tiene en cuenta, y casi no relata, la infancia más allá del citado flashback, y nada posterior a «sus vacaciones» para ir a casa en 1947.
Durante toda la película, somos testigos del ensalzamiento de la cultura y movimiento soviético, y no vemos nada feo, turbio o fuera de lugar, al contrario, es todo un camino de rosas. Cuando Mikhail se presenta en un cuartel, fusil en mano, pidiendo a voces hablar con el Coronel Nosequé (o Comandante, o Capitán), en lugar de mandarlo a criar hongos al gulag, le da una palmadita en la espalda y le asignan más proyectos.
Blanqueamientos aparte, Kalashnikov es una película biográfica interesante y entretenida. Tener a la hija del diseñador entre los asesores, entiendo que aportará algo más de realidad, en cuanto a los aspectos personales del prota. Los 110 minutos que dura me pasaron bastante rápido, en parte gracias al ritmo de a película, que no se hace nada lento, como se pueda presuponer de una película rusa, y una biografía.
Recomendarla no, pero no te vas a arrepentir si le das al play.