El pasado 28 de febrero llegó a la treintena este clásico del terror ochentero: House; o como la conocí yo en el videoclub, ‘House, una casa alucinante’.
Lo primero que me llamó la atención fue la portada, con una mano zombie llamando al timbre… La situación era tan cómica que, aún teniendo una corta edad (6 añitos, aunque creo que la vi más mayor), sabías que lo que ibas a ver era la mezcla típica ochentera de terror y risas a partes casi iguales. La película ideal para ver en familia con cachondeo y sobresaltos.
Roger Cobb es un exitoso escritor de novelas de terror. Su hijo Jimmy desapareció misteriosamente durante una visita a casa de su tía, y desde entonces lo busca obsesivamente. Tras la trágica muerte de su tía, Roger se instala en su casa para escribir, pero terribles visiones y otros fenómenos sobrenaturales le hacen intuir que su hijo está prisionero en algún lugar de la casa. Empieza entonces a luchar contra fuerzas diabólicas.
Dirigida por Steve Miner y protagonizada entre otros por William Katt, George Wendt y Richard Moll, desde 1986 esta película ha sabido envejecer muy bien. No así sucedió con las secuelas, que al margen de ser un sinsentido, eran un singracia y sinnada, y hoy en día se ven viejas y prescindibles. La primera no, es un clásico. No una obra maestra del terror, pero sí es una gran película a la que todos, seguramente, tendremos bastante cariño.