El quinto elemento, dirigida por Luc Besson (El gran azul, Nikita, dura de matar, El profesional (Léon)), es una ópera espacial estilizada y llena de excesos que entierran un desastre narrativo de nivel cósmico. Está protagonizada por Bruce Willis (El color de la noche, 12 monos, El último hombre), Milla Jovovich (Regreso al lago azul, Kuffs, poli por casualidad, Movida del 76), Gary Oldman (Amor a quemarropa, Amor inmortal, La letra escarlata), Ian Holm (El almuerzo desnudo, Seducción peligrosa, La locura del rey Jorge) y Chris Tucker (House Party 3, Dinero para quemar, Jackie Brown).
Sinopsis de «El quinto elemento»
Cada 5.000 años se abre una puerta entre dos dimensiones. En una dimensión existe el Universo y la vida. En la otra dimensión existe un elemento que no está hecho ni de tierra, ni de fuego, ni de aire, ni de agua, sino que es una anti-energía, la anti-vida: es el quinto elemento.
Un videoclip noventero de dos horas
El principal problema de El quinto elemento es un guion que intenta combinar acción, comedia y ciencia ficción de una forma inconsistente e incoherente. Los personajes, memorables por su apariencia y excentricidades, tiran hacia una estética caricaturesca, lo que les resta profundidad y credibilidad. Todo ello aderezado con una profecía que parece sacada de una galleta de la suerte cósmica.
Bruce Willis interpreta a Korben Dallas dándole su usual estilo de héroe rudo, pero sin un mínimo de desarrollo ni un ápice de su habitual carisma. Milla Jovovich es Leeloo, el personaje coprotagonista, que se supone crucial en la trama, pero que resulta plano y unidimensional, no siendo mucho más que una presencia ornamental sin apenas sustancia. Gary Oldman realiza una exagerada caracterización de Zorg, el antagonista principal, que da como resultado un villano pintoresco con motivaciones poco claras.
El diseño visual sí es impresionante, con una combinación de colores vibrantes, vestuarios estrafalarios y escenarios barrocos que resulta impactante y abrumadora. Sin embargo, el resultado parece que solo tiene el objetivo de distraer al espectador del nulo desarrollo de una historia donde se prioriza la estética por encima de la narrativa.
El humor, que presumiblemente buscaba aligerar la trama, a menudo se siente forzado y fuera de lugar, con saltos caóticos entre la comedia absurda y el melodrama espiritual. Porque es que además, la cinta pretende transmitir un mensaje filosófico sobre el amor y la humanidad, un mensaje que queda a la altura del mejor panfleto de autoayuda lleno de frases simplistas sin profundidad ni sentido.