Ya llevaba un tiempo sin colaborar con este bendito blog, así que me he decidido a hablaros sobre la última película que he visto en el cine. Se trata de «El Corredor del Laberinto», la primera cinta de lo que se plantea como una trilogía de novelas de aventuras y suspense para adolescentes, cuyo formato y predecesores tanto éxito causan en las taquillas de todo el mundo.
Para empezar cabe destacar el enorme placer que da acudir a una sala de cine «de toda la vida», con un ambiente acogedor y con la esencia de los cines de barrio de siempre, por eso agradecer el esfuerzo que hacen instituciones como el Cine Salesianos de Vigo, para que no se pierda esa esencia, que ha quedado diluida con las grandes salas multicine de los actuales Centros Comerciales.
Entrando en faena, he de decir que la película me ha dejado un sabor agridulce en mi paladar cinéfilo, os diré porqué…Para empezar el planteamiento inicial de la película es magnífico, donde un adolescente llamado Thomas aparece carente de recuerdos dentro de un claro rodeado por inmensos muros y recibido por un grupo de chicos de edades similares que le van orientando en sus pasos iniciales, los cuales sirven de guía al espectador para introducirle en el argumento y en el escenario (parte fundamental de este film). Esta parte inicial es inevitable que recuerde a una de mis películas de ciencia ficción favoritas. como es el caso de «Cube«, donde la información nos va llegando a base de la experimentación y especulación de los personajes con su nuevo y desconocido entorno. A partir de ahí vamos descubriendo un hostil «universo carcelario», donde los jóvenes desarrollan su propia civilización desde hace varios años, según fueron apareciendo mensualmente cada uno de ellos. Resulta interesante el ejercicio sociológico que el creador desarrolla en este sentido.
En «El Claro» (nombre que recibe ese lugar), cada personaje tiene un rol asignado y aporta algo a la comunidad, pero el recién llegado Thomas, muestra una curiosidad e inquietud más acentuada que la mayoría de sus compañeros, por lo que no tarda en sentir un desaforado interés por el misterio del laberinto que se abre ante ellos cada mañana y que se vuelve a cerrar cada noche, convirtiéndose en la aparentemente única vía de escape de ese misterioso lugar, donde han aparecido sin mayor información. Los miembros más veteranos del grupo le van explicando que se trata de un laberinto que cambia cada día y que llevan años estudiando y cartografiando asumiendo un enorme riesgo, ya que el mismo es custodiado cada noche por unas peligrosas y despiadadas criaturas mitad robot-mitad araña llamadas por ellos mismos «Laceradores«, por lo que el hecho de no salir a tiempo del laberinto, les ocasionaría una muerte segura si no consiguieran llegar de vuelta al claro antes de que se cierre el enorme portón de acceso.
El desarrollo del resto de la película nos va descubriendo poco a poco los secretos de ese laberinto, al convertirse Thomas en un intrépido «corredor» (rol de aquellos dedicados a estudiar una posible vía de escape a través del mismo laberinto).
No quiero hacer un spoiler, destripando el resto del argumento de la película, basada en el primer libro de la trilogía literatura juvenil de distopía y ciencia ficción homónima escrito por James Dashner (publicada en 2009), pero puedo desvelar que el final atropellado y necesariamente abierto (sirviendo de introducción para las posteriores entregas), hacen bajar el nivel de la película que se va diluyendo poco a poco en un entrelazamiento de escenas de acción (con un acabado más que notable), y un buen número de elementos que quedan sin explicación alguna, requiriendo de la excesiva condescendencia del espectador, lo que acaba provocando una sensación final de no tener del todo claro lo que realmente ha ocurrido la última hora y media, lo cual debo decir resulta algo frustrante, pero quizás necesario para atraer a la gente a ver la siguiente parte de la previsible trilogía.
Mención aparte merece el nivel del reparto interpretativo, que sorprende positivamente, con actores muy jóvenes y con caras familiares pero no habituales en papeles protagonistas, como es el caso de Dylan O’Brien o de Thomas Brodie-Sangster, por citar los ejemplos más destacables.
A modo de resumen, recomiendo a cualquiera que vaya a ver esta película, ya que entretiene a la vez que intriga a partes iguales, suponiendo una especie de mezcla entre la anteriormente mencionada «Cube» y la ya mítica «Señor de las moscas», situado en un espacio claustrofóbico y post-apocalíptico. Yo personalmente me quedo a la espera de que estrenen la 2ª parte en 2.015 (Scorch Trials), para poder seguir sumergido en este mundo del que te quedas con ganas de conocer más detalles.
Así que ya sabéis, todos al cine a ver «El corredor del laberinto»…!!! 😉
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