Jiro es un triste que todos los años celebra su cumpleaños en soledad, comiendo espaguetis en el mismo restaurante y haciéndose un regalo. Un año, una chica lo persigue y acaba sentándose con él en la mesa…
Las historias de viajes en el tiempo son un rollo. Si eres de los que piensan así y además no eres capaz de abstraerte a una perspectiva temporal no-lineal ajena al principio de causa-efecto, no sigas leyendo, Cyborg she no es para ti. Aquí, básicamente, tenemos dos bucles entrelazados con el añadido de prácticamente todas las paradojas temporales conocidas, y alguna todavía no registrada; y, encima, ni siquiera hacen referencia a ello ni se molestan en dar una explicación, más allá de un simple comentario que, aparte, ignora todo riesgo para el entramado del continuo espaciotemporal.
Tenía permiso para viajar en el tiempo por un plazo y ver a ese hombre en sus recuerdos 60 años atrás. No debíamos encontrarnos. Pero no pude controlarme. Quería conocerle.
Cyborg she es, en esencia, una película (muy) romántica, pero no es nada pastelosa. De hecho, apenas te das cuenta de que es una película (muy) romántica hasta el final-final, porque el resto del metraje estás medio distraido por las referencias que te recuerdan a otras cosas, básicamente un poco de «Terminator» y algo de «Doraemon» (y algún otro manga/anime protagonizado por algún desgraciado al que le toca un compañero/a mágico para animarle su vida de penurias), con un poco de catástrofes apocalípticas por en medio. Y cuando empiezas a ser consciente de que realmente te están contando una historia (muy) romántica, estás demasiado concentrado intentando establecer una linealidad temporal imposible.
La duración es muy larga y el ritmo es muy pausado, son casi dos horas y le sobraban 90 minutos ajustados pero, con todo, no se hace pesada en ningún momento.
En fin, es una pequeña genialidad que me ha sorprendido gratamente sobre todo porque esperaba ver algo mucho más convencional.