Barbarella (1968), empoderamiento pop

Barbarella - poster

Dirigida por Roger Vadim (Los siete pecados capitales, El descanso del guerrero, El vicio y la virtud), adaptando de forma muy libre el cómic francés de Jean-Claude Forest, Barbarella es mucho más que una simple película de ciencia ficción; es un artefacto cultural, una explosión de diseño psicodélico y erotismo juguetón, y una curiosidad cinematográfica que encapsula a la perfección el espíritu transgesor de finales de los años 60. Protagonizan Jane Fonda (Juegos de amor a la francesa, La ingenua explosiva, La noche deseada), John Phillip Law (Tres noches de amor, Alta infidelidad, ¡Que vienen los rusos!), Marcel Marceau (La bella mentirosa, El fruto, Se llamaba Robert), David Hemmings (Ojo del diablo, Blow-Up (Deseo de una mañana de verano), Camelot) y Anita Pallenberg (Degree of Murder, Dillinger ha muerto, Candy).

Sinopsis de «Barbarella»

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Espíritu anárquico y hedonismo estético

Desde el primer momento, con esos memorables créditos iniciales donde Jane Fonda flota en gravedad cero despojándose sensualmente de su traje espacial, Barbarella establece sus intenciones: es tanto una fantasía de liberación sexual y visual como una parodia de los lugares comunes del género. El cuerpo femenino es el campo de batalla de la mirada masculina, pero también una herramienta de poder que la protagonista utiliza como medio de conexión, liberación o resistencia. Rápidamente se hace obvio que la narrativa es apenas un pretexto para una serie de encuentros surrealistas y viñetas visualmente deslumbrantes.

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La película se deleita en el exceso: trajes futuristas imposibles, criaturas bizarras y una arquitectura de cartón pintado que evoca tanto la ciencia ficción pulp como los posters psicodélicos de la época. No pretende realismo: su mundo está diseñado como un sueño (o delirio) erótico-tecnológico. Roger Vadim, con la ayuda de un equipo de diseñadores visionarios, crea un universo donde lo campy es celebrado y la estética del juguete, la moda futurista y la psicodelia convergen en un festín para los ojos. Cada escenario, desde la ciudad de Sogo con sus paisajes orgánicos y sus habitantes extravagantes, hasta la nave espacial de Barbarella, es una obra de arte en sí misma, saturada de colores vibrantes y formas imposibles.

Si bien como narración puede parecer desarticulada, como experiencia sensorial y cultural es totalmente desbordante. La película es, en esencia, un desfile de moda espacial, donde cada atuendo de Barbarella (diseñado en gran parte por Paco Rabanne) se convierte en una declaración de intenciones.

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Sin embargo, sería simplista catalogar la película como una simple frivolidad. Bajo su superficie glamurosa y su apariencia de fantasía erótica, encontramos una sátira ligera sobre la represión y la liberación. También hay elementos de crítica al puritanismo, a la guerra y al autoritarismo. Se juega con la idea de que la verdadera felicidad no se encuentra en la sumisión ni en la máquina, sino en la conexión humana y en la libertad de ser uno mismo.

Jane Fonda, en el papel que la catapultó al estatus de sex symbol internacional, encarna a la perfección la inocencia ingenua y la sensualidad inconsciente de Barbarella. Su interpretación, lejos de ser matizada, es deliberadamente unidimensional, lo que la convierte en una musa perfecta para este universo de fantasía. La ingenuidad de la protagonista ante las diversas formas de placer y dolor que encuentra a lo largo de su viaje es un comentario, quizás involuntario, sobre la experimentación social y sexual de la época.

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Trailer de «Barbarella»

[imdb]tt0062711[/imdb]

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