Cuando el decimoséptimo emperador de la era Sokan muere, su hijo debe de preparar su ascenso al trono; por diversas y truculentas intrigas políticas el palacio y el país entero se verán envueltos en una rebelión. Pese a todo esto, el nuevo emperador debe de encontrar una esposa que le dé descendecia. Esta búsqueda lleva a los heraldos del emperador a recorrer toda la nación.

Como las nubes, como el viento es una película estrenada en televisión que, básicamente, es la historia de un personaje sacado de su entorno normal que debe aprender y adaptarse a las normas y costumbres de un estrato socialmente más elevado. Todo mezclado con intrigas, revueltas y tejemanejes políticos que dan lugar a un curioso mejunje que pasa algo bruscamente de la comedia más simplona al drama más amargo.

La protagonista, Ginga, es una joven de pueblo, que acepta ser candidata a convertirse en la esposa de más alto rango del emperador ante la perspectiva de poder tener tres comidas al día y tomar largas siestas. Así, en un principio asistimos a la competencia que se entabla entre las diferentes candidatas y su período de aprendizaje para llegar a comportarse como damas de la corte. Entremedio vemos el complot para derrocar al emperador. Tramas que llegan a un desenlace apresurado y que no llegan a explorarse plenamente, debido quizás a la poca duración del metraje, apenas 75 minutos.

Con todo, sin llegar a ser una maravilla imperecedera, resulta un visionado muy entretenido, con personajes bien definidos y un buen reflejo de las costumbres y tradiciones de la época en la que está ambientada