Gorrión Rojo es un thriller de espionaje ambientado en la época posterior a la Guerra Fría. Está dirigido por Francis Lawrence (Constantine, Los Juegos del Hambre: En Llamas y las dos partes de Los Juegos del Hambre: Sinsajo); el guión de Justin Haythe (Revolutionary Road, La Cura del Bienestar), adapta el libro de Jason Matthews, ex-diplomático de la CIA. Protagonizan Jennifer Lawrence (La Casa al Final de la Calle, la saga Los Juegos del Hambre, Passengers) y Joel Edgerton (El Rey Arturo, el reboot/precuela/whatever de La Cosa (The Thing), La Venganza de Jane), con un nutrido reparto de conocidos secundarios entre los que podríamos destacar a Charlotte Rampling (Caótica Ana, Melancolía, Broadchurch -segunda temporada-), Mary-Louise Parker (El Dragón Rojo, Las Crónicas de Spiderwick, R.I.P.D. Departamento de Policía Mortal), Ciarán Hinds (Roma, La Mujer de Negro, Juego de Tronos) o Jeremy Irons (La Máquina del Tiempo, Eragon, El Color de la Magia).
Dominika Egorova, destacada bailarina del Ballet Bolshoi, sufre un accidente durante una actuación y se ve obligada a convertirse en un Gorrión Rojo, una seductora espía al servicio de la seguridad del Estado. A pesar de su reluctancia inicial se convierte en uno de los activos más sólidos del programa; su primer objetivo es Nate Nash, un funcionario de la CIA que dirige la infiltración más confidencial de la agencia en la inteligencia rusa.
Nos encontramos ante una cinta de espías bastante maja, con un tono que la acerca más a algunos clásicos del género, más centrada en la trama y no tan enfocada en la pirotecnica y la acción que podemos encontrar en otras multisagas recientes en las que también salen espías… túyasabes 😋 Que no es por desmerecer un estilo frente al otro, sino simplemente por señalar que son cosas muy diferentes. Vamos, que no estamos ante una peli protagonizada por una superespía infalible que reparte estopa a diestro y siniestro y a la que todo le sale bien… o algo así…
La historia presenta una continúa lucha de lealtades entre la CIA y el Servicio de Inteligencia Ruso, a la vez que desvela la superficialidad de esos juegos de poder en un entorno sociopolítico en el que existen problemas mucho más graves que ver quién la tiene más larga. Por supuesto, la conclusión es que la lealtad más importante es para con uno mismo y sus allegados (que no siempre son los cosanguíneos), por encima de patriotismos, banderas y demás parafernalia inútil.
La trama es sórdida y brutal cuando lo necesita, con giros, traiciones, suspense y drama. Tiene momentos de tortura bastante gráficos y durillos; y también violencia explícita y «realista» en las pocas peleas que vemos… La producción está muy cuidada en todos sus apartados técnicos: fotografía, escenarios, vestuario, banda sonora… Su ritmo pausado a la vez que trepidante consigue que sus casi dos horas y media se pasen (casi) volando.
Podría dar para una interesante sesión doble con Atómica (2017).
Trailer de Gorrión Rojo
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