Sinopsis de «Amanece, que no es poco»
Teodoro, un ingeniero español que es profesor en la Universidad de Oklahoma, decide tomarse un año sabático para recorrer España en sidecar junto a su padre.
¡Me cago en el misterio!
Amanece, que no es poco es una indiscutible obra de culto del cine español y, aunque no tuvo mucho éxito en el momento de su estreno, el tiempo, los méritos propios y el esfuerzo ajeno la han puesto en su sitio, con un nutrido grupo de fieles seguidores, chascarrillos que forman parte en cierta medida del bagaje popular e incluso una ruta amanecista a través de los tres pueblos manchegos donde se rodó.
José Luis Cuerda retoma el tono disparatado y absurdo usado en Total (y en alguna de sus otras películas «menos serias») y reduce al mínimo el uso de una trama central y de unos personajes protagonistas. Así, Teodoro y su padre son simplemente la excusa para, a través de varios sketches aparentemente inconexos, ir descubriendo las peculiaridades del pueblo, de sus habitantes y de la ingente cantidad de visitantes que por allí pululan (estudiantes de intercambio de la Universidad norteamericana de Eaton, meteorólogos belgas, disidentes de los Coros del Ejército Ruso, invasores camuflados del pueblo de arriba…)
Hay subtramas que se mantienen durante casi todo el metraje, otras apenas se presentan y no vuelven y algunas más no llegan a ningún lado. Amanece, que no es poco no tiene una historia que haya que entender, no transmite ningún mensaje trascendente, no encierra una profunda moraleja sobre la vida (o puede que sí), y ni siquiera llega a explicar si hay alguna relación entre las ingles y la cabeza. Se disfruta sin más complicaciones.