Hace más o menos un año llegaba a nosotros el tráiler y cartel de The Velocipastor, y no podíamos hacer otra cosa que soñar para que no fuera un fake. Por suerte para todos, no lo fue. Hoy la hemos visto.
Medio cura, medio dinosaurio, medio ninja… es The VelociPastor. Sí, lo sé… hay muchos «medios» en la ecuación, pero en algún sitio tenían que ponerlos, porque en rodar la película no, desde luego.
Aunque siendo sincero, me ha sorprendido la cantidad de técnicas utilizadas en el rodaje: cámara en mano y planos largos carentes de toda iluminación artificial al más puro estilo Dogma 95. Croma y planos imposibles a lo Matrix. Una montaña rusa de sensaciones provoca este cambio de técnicas (y géneros) entre planos.
Exploitation, pilinguis, proxenetas, dinosaurios, ninjas, grindhouse, sci-fi de los 50, erotismo barato, curas y satanistas… Desde luego, el director y director de fotografía son unos innovadores del séptimo arte. Y me adelanto a vosotros: no, no es de Troma.
Pero vayamos al tema… De qué cojones va The Velocipastor?
Después de perder a sus padres en un extraño y aparatoso accidente de coche (increíble escena, derroche de medios), un sacerdote viaja a China, allí una mujer moribunda le da un colmillo o garra (de velociraptor) y le pide que lo destruya. No sólo no lo hace, sino que se provoca una herida con él. Esto le hace heredar una misteriosa habilidad que le permite convertirse en un dinosaurio. Una pilingui (y abogada médica, pero esto no es tan sorprendente) le convence para usar este poder para luchar contra el crimen, y contra los ninjas que quieren matarlo.
No hace falta más para engancharte y darle al play, no? Pues sí, hace falta algo más. Algo importante en lo que siempre que nos acordamos, insistimos en Zinemaníacos: verla acompañado. The Velocipastor es una película hecha para ver en compañía y rajar de cada escena, de cada chiste, de cada tontería que salga. Así te aseguras una noche de risas que no vais a olvidar en mucho tiempo.
Y qué nos podemos esperar, realmente, de la película? Pues una película mal rodada, con muy pocos medios técnicos y humanos, pero compensado con todo lo de los dos párrafos anteriores. Además, dura 70 minutos…
Muy recomendable, pero insistimos en verla con una buena tropa, cervezas, palomitas y un par de ventolines para los asmáticos, porque no podrán parar de reír.