A principios de la década de los 90, el angelino distrito de South Central era una olla a presión cocinando plutonio. La predominante minoría negra (vaya oxímoron me he calcado), aquejada de devastadoras tasas de desempleo
y crimen, comenzaba a verse presionada por otro ghettos (hispanos y coreanos) y las escaramuzas se sucedían entre las numerosas bandas de la zona.
El odio genera odio; las bandas aumentaron su poder e influencia y en South Central no estabas seguro ni compartiendo color ni cancha de básquet. La revolución (para mal) del crack , el mercado negro de letales armas automáticas y la corrupción policial hacían del barrio de Compton en S. Central el lugar con más asesinatos per cápita del mundo.
Mucho cineastas, aunque pocos tan bién como los hermanos Hughes, trataron de concienciar sobre ese alarmante estado de cosas a través del celuloide. Aparte del título que nos ocupa, destacan la muy similar en planteamiento “Los chicos del barrio” (Boyz in the Hood, 1991), New Jack City (centrada en la irrupción del crack, de 1991) y “Colors: colores de guerra” (Colors, 1988). Pero pasemos ya a analizar Menace II Society.
Sin duda lo primero que impacta es su comienzo. Adolescentes en actos de brutalidad que implican una sangre fría sólo entendible en aquel lugar, en aquel período. Gracias a él, conocemos a su protagonista Caine, con el que uno se condolece, víctima de rotura familiar, perverso círculo de amigos y sordidez del entorno.
Caine amaga con salir de ese mundo en el que, a diferencia del nuestro, cuando un amigo no aparece en la fiesta no es porque se haya quedado en casa, sino porque tal vez lo hayan cosido a balazos. Una parte de ese tira y afloja es la bella Ronnie (Jada Pinkett Smith, esposa en la vida real de Will Smith, el gracioso, no el gran actor de serie B de llamativo bigote y musculatura), quien tiene sentimientos (correspondidos) por Caine. La otra parte (el afloja) es su mejor amigo el desequilibrado pandillero imberbe O-Dog, inmerso en un tornado de armas de gran calibre y necias decisiones. El filme profundiza en estos tres personajes a la par que retrata fielmente a todos aquellos que les rodean para bien o mal.
M2S introduce todos los elementos más representativos del sociolecto que representa: mucho drive-by (visita al barrio rival con el coche en ralentí, ventanillas bajadas y fuego a discreción), block parties (fiestas en casas), explícito uso de drogas, y recreación de unas generaciones previas que ya desisten en intentar que todo vuelva a ser como antes. Con una historia lineal pero sólida, interpretaciones muy convincentes (apuesto a que la mayoría de los extras son realmente pandilleros con carné de Crips o Bloods, las bandas más importantes de LA), cuidad selección musical y el ritmo adecuado para un drama con pinceladas de acción, este filme es el más completo de toda la hornada al respecto de los 90.
De quedarme con algo, sería con el tono homérico de tragedia ineludible que se cierne sobre el héroe. En una tesitura en la que el aprecio por el protagonista es proporcional al metraje de peli que vamos viendo, duele saber que tarde o temprano llegará ese amargo desenlace totalmente insalvable.
Ved el tráiler para ir abriendo boca: