À meia-noite levarei sua alma (1964), Zé do Caixao 1 de 3

À meia-noite levarei sua alma - poster

Sinopsis

Un siniestro enterrador brasileño que se hace llamar Zé do Caixao, es un ateo convencido, que no cree ni se somete a la ley de Dios, ni a la del Diablo, ni siquiera a la de los hombres. En lo que sí cree es en la inmortalidad de la sangre, motivo por el que busca a una mujer perfecta para prolongar su estirpe.

La vida y la muerte

À meia-noite levarei sua alma es una película de horror trash brasileña, dirigida y protagonizada por el estrafalario José Mojica Marins, al que dedicamos una entrada hace un tiempo. Considerada como la primera cinta de horror de Brasil, es el inicio de la trilogía de “Zé do Caixão”, personaje alter ego del propio director que también ha aparecido en otras de sus películas.

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El sepulturero Zé do Caixão está obsesionado con tener descendencia, sin embargo su mujer es estéril, así que sus atenciones se dirigen hacia la novia de su mejor (y aparentemente único) amigo, lo que desencadena una espiral de muertes sangrientas en un intento de alcanzar su elevado objetivo.

¿Qué es la vida? Es el principio de la muerte.
¿Y qué es la muerte? Es el final de la vida.
¿Qué es la existencia? Es la continuidad de la sangre.
¿Y qué es la sangre? ¡Es la razón de la existencia!

À meia-noite levarei sua alma - 02

Zé do Caixão es un personaje muy sobrado, ateo, violento, blasfemo, cruel y bastante brasas, que tiene acojonado a todo el pueblo. Su maldad se puede resumir en comer cordero durante la procesión de Viernes Santo, en despreciar a sus convecinos por crédulos y en soltar su filosofía sobre la vida y la sangre cada dos por tres aunque nadie le haya preguntado ni a nadie le interese lo más mínimo. Además, tiene una especie de poder Mr. Hyde, que consiste en que cuando alguien lo enfada lo suficiente, sus ojos se cubren de venas y se convierte en un luchador imprevisible e imparable.

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Cuento con moraleja

Curiosamente, aunque la película parece, entre otras cosas, una crítica hacia el exagerado catolicismo del Brasil de la época, el final es extrañamente moralista. Después de casi 90 minutos burlándose de la espiritualidad y los que creen en ella, Zé es acosado por los espíritus de sus víctimas (o quizá por su propia y alucinada conciencia culpable) encontrando un brutal final acorde con el que ha dispensado a sus semejantes.

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