TÍTULO | Los ojos de Julia | ||
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AÑO | 2010 | NACIONALIDAD | España |
DIRECTOR | Guillem Morales | ||
GUIÓN | Guillem Morales, Oriol Paulo | ||
REPARTO | Belén Rueda, Lluís Homar, Pablo Derqui, Francesc Orella | ||
SINOPSIS | Julia regresa a Bellevue con su marido para visitar a su hermana, que está casi ciega debido a una enfermedad degenerativa de la que intentó operarse sin éxito. Al llegar, descubren que se ha suicidado. Julia no sólo debe afrontar la pérdida de su hermana, sino también la pérdida de toda esperanza para detener su inminente ceguera, pues ella sufre la misma enfermedad y parece compartir su mismo destino. |
Haciendo una valoración rápida y breve, Los ojos de Julia me ha gustado bastante, aunque ha sido predecible en varios aspectos.
Continúo tras el salto, de tranqui, y con spoilers. Al ser un thriller, es obvia la existencia de varios giros argumentales sorpresa… Ojito si no la has visto. Estás avisado.
El plot es bastante molón: una tía se suicida (aunque el espectador sabe que realmente es un asesinato) porque no era capaz de soportar la vida habiéndose quedado ciega por una enfermedad degenerativa. Su hermana gemela, que va camino de quedarse ciega también, se pone a investigar el supuesto suicidio, porque hay varias cosas que no le encajan del todo… cosas que no termina de ver.
Triángulo amoroso, misterio, vecinos mirones, ocultamientos varios y bastantes más recursos del género que nos sonarán si hemos mamado de él desde pequeñitos. Si alguien ha visto la primera temporada de Alfred Hitchcock Presents, ya estará de vuelta de todo, ya es imposible que cualquier thriller te pile por sorpresa; y esta afirmación tiene una tasa de acierto superior al 80%.
Aún con todo, Los ojos de Julia (que es la hermana viva, no la muerta) consigue, si bien no sorprender, no aburrir, y hasta llegar a entretener bastante. En España hay pocos ejemplos de buen thriller, así que esta sería un buen porta-estandarte del género.
Metiéndonos un poco a reventar la historia principal, cuando Julia es operada y le asignan un cuidador, al que no vemos nunca la cara, comenzamos a sospechar. El director intenta convencernos de que es un cuidador que ya conocíamos, que vimos en el hospital ayudando a otra invidente, entonces, ¿por qué ocultarlo?
Podíamos pensar en 2 cosas, ambas correctas.
- La primera, y más currada: Si nos fijamos bien, desde que le vendan los ojos a Julia, no vemos la cara de ningún otro actor, ningún otro personaje. Como mucho, mentones y narices, pero no ojos, miradas… En cierto sentido, estamos tan ciegos como Julia. Realmente funciona, porque llega a ser un poco estresante la falta de información visual a la que estamos tan acostumbrados. Si esto era lo que buscaba el director: BRAVO.
- La segunda, y un poco más cuchufleta, que es en parte complementaria a la primera: Porque el director no quiere que sepamos que el cuidador no es el cuidador.
Finalmente pasa lo que suponíamos, y debería ser una sorpresa, el cuidador no es el cuidador; el de verdad está congelado en casa del falso. Y completando el culebrón, resulta que el malo es el hijo de la vecina ciega de la hermana de Julia (que resulta que no estaba ciega). Se suponía que esto último también debiera ser una sorpresa o giro, pero la madre hace en un momento dado tantas referencias y menciones al hijo que tanto la cuidaba que en el instante en que se te pasa por la cabeza a posibilidad, es imposible que la sorpresa sea tan exitosa como se planeaba.
Me he dejado, a propósito, muchas cosas en el tintero, muchas segundas líneas, muchos detalles, porque no quiero reventar de todo la historia, porque creo que merece la pena verla, aunque seas hispanofóbico cinéfilo. Hazme caso, mira Los ojos de Julia.