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La venganza de Jane (2016), Natalie Portman se va al oeste

La venganza de Jane -poster

Sinopsis

Jane está casada con Bill Hammond, uno de los peores malhechores del Oeste. Un día, su esposo vuelve a casa con 8 balas en el cuerpo, acribillado por los Chicos de Bishop, la banda de la que formó parte en el pasado. Jane decidirá no esperar a que vengan a rematar la faena y decide ir directamente a por ellos. Su única esperanza es Dan Frost, un pistolero cuyo odio por Bill sólo se ve ensombrecido ligeramente por su antiguo amor hacia Jane.

Un dramón plomizo

La premisa de La venganza de Jane es lo suficientemente atractiva como para que el choque con la realidad de lo que nos ofrece sea como un jarro de agua helada en las pelotas un lunes de enero por la mañana. El título original (Jane got a gun) por lo menos es lo suficientemente ambiguo como para no predisponernos a nada especial; es decir, Jane cogió un arma pero pudo perfectamente dispararse en el pie (que casi, casi es lo que pasa).

Así pues, esperando una historia de venganza, tiroteos y masacres en el entorno polvoriento del salvaje oeste yanqui, lo que en realidad tenemos es un dramón del quince, forzado y exagerado. A través de varios flashbacks nos vamos enterando de las visicitudes que atravesó la pobre Jane antes de llegar a su situación actual, con un par de sorpresas inesperadas, no porque sean buenas, sino porque son inesperadas y contrarias a toda lógica.

Vamos, no es simplemente una cuestión de falsas expectativas. No me suele importar ver una película de la que espero unas cosas y encontrarme algo diferente, si esto último sigue siendo bueno. Este no es el caso.

Total, tenemos una hora larga con los personajes esperando en una casa a que vengan a por ellos y preparándose para eso, al tiempo que recuerdan los acontecimientos que les llevaron allí y descubren que muchas de las cosas que creían no eran tal como pensaban hasta ese momento. Llegan los malos, hay una batalla de lo más anticlimático, y un epílogo de lo más forzado para dar un final superfeliz que exige una suspensión de la incredulidad de nivel épico.

El trailer es lo peor.

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