Versión alternativa de la llamada Trinidad de DC Comics (Superman, Batman y Wonder Woman), donde los personajes son sustancialmente diferentes de los habituales. En esta adaptación, Kal El es fruto de la violación del General Zod a Lara. Evidentemente, es una violacion sui generis, ya que aquí Krypton está inspirado en la versión tipo Vulcano que hizo John Byrne en 1986 después de las primeras Crisis: es un planeta estéril, frío y sin emociones, donde la reproducción es una simple combinación de material genético realizada en laboratorio; así, Zod se adelanta a Jor- El cuando éste iba a añadir sus soldaditos a la cámara de gestación que va a ser enviada a la Tierra antes de la explosión del planeta. Además, para rizar un poco más el rizo, el cohete llega un poco desviado hacia el Sur, y es encontrado por una pareja de inmigrantes ilegales mexicanos que acaban de cruzar la frontera; este es un detalle un poco chorra, porque apenas tiene importancia en la trama posterior.
Batman y Wonder Woman también son personajes distintos, pero no voy a entrar en detalles porque si bien el origen de Superman se explica en el prólogo de la película, el de los otros dos se va revelando según avanza la trama; trama que tampoco es que sea brillantemente espectacular, pero sin duda uno de sus puntos fuertes es ir descubriendo los orígenes de los personajes, sus motivaciones, sus intenciones (en el trailer hay quizá alguna pista de más). Así, tenemos conspiraciones, sorpresas y un tono un poco más (jajaja) oscuro.
En «La Liga de la Justicia: Dioses y monstruos» hay muchas referencias a tebeos clásicos de DC comics que no pasan de ser un guiño al aficionado medio, porque no son relevantes para entender la trama ni suponen un lastre para la misma. También podemos encontrar algún paralelismo con otra historia imaginaria que es asímismo bastante recomendable: «JLA: El Clavo» y su secuela, de Alan Davis. Y hay algún elemento del argumento que puede recordar a «Watchmen».
Dirige Sam Liu y escriben al alimón Bruce Timm y Alan Burnett, sospechosos habituales detrás de buena parte de la animación de Warner/DC desde los tiempos de la serie de Batman de 1994. El estilo visual es un poco menos cartoon y algo más detallado, pero sigue siendo reconocible.
En fin, una historia sencilla y muy recomendable que sirve para demostrar que ciertos iconos (sub)culturales son algo más que la suma de las partes que los definen.