Sinopsis de Historias Lamentables
Ramón es un joven apocado a punto de heredar el imperio levantado por su riguroso y hermético padre. Bermejo es un veraneante metódico enfermizo del orden y enemigo de la improvisación. Ayoub, un africano sin papeles que persigue su sueño acompañado por una mujer insoportable. Y Alipio es un pequeño empresario sumido en la ludopatía y la desesperación… Los cuatro protagonizan esta comedia formada por historias de humor interconectadas que nos llevan a la conclusión de que nada es tan divertido como la desgracia ajena.
A Gandía Playa, por favor
Historias Lamentables, tal como dice su propio cártel y como señalo ahí arriba, es una comedia muy de Javier Fesser, y con eso ya debería estar todo dicho. El guionista y director madrileño cambia el chip del humor blanco y las buenas intenciones de su anterior largo, Campeones, por el de un humor mordaz y gamberro de lo más absurdo, acercándose más al tono de sus primeros cortos o al de esa absoluta maravilla que es El milagro de P. Tinto, aunque con menos elementos fantásticos.
La película debería haberse estrenado en salas el pasado mes de abril, pero debido a imprevistas circunstancias de carácter global la cosa se ha ido posponiendo hasta que ha acabado siendo estrenada este noviembre en una conocida plataforma de streaming.
Cuatro historias diferentes, con cuatro personajes a cada cual más patético que se cruzan lo justo y por los pelos. Situaciones cotidianas que van degenerando lentamente hasta el exceso más ridículo, y que además sirven para reflexionar sobre temas serios como la soledad, la incomunicación o la inseguridad. El formato episódico suele ser efectivo, pero bastante irregular: casi siempre una de las partes destaca sobre las otras que parecen ir de comparsa. No ocurre en esta ocasión, cada una de las historias es estupenda por sí sola y el conjunto está perfectamente integrado, haciendo que las dos horas de duración se pasen en un plis y que uno se quede con ganas de más.
Eso sí, siempre que a uno le guste el estilo de Javier Fesser, por supuesto.