Casi podríamos decir que Haywire es el equivalente en el cine de acción a las películas de catástrofes de los años ’70. Eliges a un montón de estrellas de más o menos renombre y las enfrentas a un avión que se va a estrellar, un crucero de lujo que se hunde, un edificio en llamas o a una Gina Carano cabreada con ganas de repartir leña.
Continúo tras el salto…
Acción ochentera en 2011
Haywire es una película sencilla, directa y efectiva. Son apenas 90 minutos, cosa que se agradece sobremanera hoy en día, y tenemos un poco de todo: agentes secretos, misiones encubiertas, dobles juegos, celos, venganza y muchas peleas. Solo le falta amor verdadero para estar a la altura de «La Princesa Prometida» ;D
Gina Carano parece un poco verde como actriz, pero Steven Soderbergh es capaz de compensarlo haciendo que su personaje esté siempre intranquilo y en movimiento, sin planos cortos, o en un entorno en el que se encuentra incómodo, aprovechando la poca expresividad de la actriz para trasnmitir la sensación de estar en un lugar hostil.
La trama es un poco endeble, y como nos la van revelando poco a poco, se acaba haciendo algo confusa mientras vamos juntando las piezas. Al final es hasta un poco chorras.
El punto fuerte son las peleas, naturales, casi silenciosas (sin ruidos artificiales que remarquen los impactos), con golpes que se sienten, que duelen y que hacen que los combatientes se resientan y tengan que recuperarse en vez de seguir repartiendo de forma mecánica, coreografiadas con una precisión casi milimétrica, pero sin parecer artificiales. Y, lo más importante, se pueden seguir con claridad.