Diez años después del final de la guerra mundial contra los zombis, todos los mordedores han sido aniquilados… ¿Todos? ¡No! En una pequeña isla resiste un grupo de irreductibles muertos vivientes destinados a servir como diversión para los ociosos, los traumatizados y los adinerados…
Hay algún pequeño spoiler después del salto.
Generación Z empieza con un mix de imágenes de telediarios y escenas cámara en mano. El horror. Casi la quito. Por suerte, no dura mucho, es la forma que tiene el director de empezar a contar el cuento por el final, por si alguien no se ha imaginado que va a haber un fallo de seguridad en el safari park y se va a ir todo a pique.
La premisa y la presentación de la peli son mínimamente interesantes, pero su base argumental es muy endeble y está llena de agujeros: entre otras (muchas) cosas, no resulta creíble (ni se justifica en ningún momento) una recuperación de la civilización y la economía mundial tan completa en tan poco tiempo. De todas formas, obviando el fondo lógico, la forma nos ofrece una historia entretenida y algo divertida, con un grupo de personajes tópicos que van cayendo como los 10 negritos de Agatha Christie, uno a uno, sin prisa pero sin pausa.
El ritmo está bien llevado, la duración es corta (un poco por debajo de los 90 minutos estándar), y se deja ver sin muchas exigencias. Hay zombis que corren (y mucho), los hay que son sigilosos como ninjas y aparecen de la nada en espacios abiertos y despejados, y hasta alguno parece más inteligente que los demás (ese vergonzoso momento homenaje al final de «La invasión de los ultracuerpos»).
Nota curiosa: parece ser que gran parte de la película ha sido rodada en Mallorca, mientras que la ubicación del complejo es en el otro gran archipiélago español.
¿Y la denuncia social?
Bueno, por un lado, los responsables del fallo en el complejo recreativo son una organización activista por los derechos de los zombis (sigh). Algo que, además de sonar tan ridículo como algunos defensores reales de piel fina y cogérsela con papel de fumar, no es muy coherente en un mundo que acaba de sobrevivir a una plaga de muertos vivientes hace apenas 10 años. Se podría justificar con la tontería el hecho de que nos dan a entender que algunos zombis son mínimamente inteligentes, pero no, simplemente nos hablan de la dignidad de la re-vida, o algo así.
Por otro lado, casi al principio nos comentan como de pasada que, al ladito del punto de embarque hacia la isla hay un campamento de «refugiados» (¿De qué? A saber…), un problema que sigue habiendo en el nuevo mundo (sic). Pues si te preguntas cómo se sostiene un parque temático que se basa en la aniquilación de criaturas cuyo sistema de reproducción es bastante peculiar… blanco y en botella.